Área de Chicago

“Jesus no permitirá que la muerte tenga la última palabra de esta historia” dice el cardenal Cupich en misa para despedir a miembros de la familia Espinosa

Por Redacción Católico
jueves, febrero 11, 2021

El cardenal Cupich y el reverendísimo Esequiel Sánchez oficiaron en la misa fúnebre en memoria de los cinco miembros de la familia Espinosa, el 10 de febrero en la capilla San José en el Santuario de Ntra. Sra. de Guadalupe en Des Plaines. Foto: Karen Callaway/Católico

Con una misa fúnebre en memoria de los cinco miembros de la familia Espinosa, celebrada el 10 de febrero en la capilla San José en el Santuario de Ntra. Sra. de Guadalupe en Des Plaines, la Arquidiócesis de Chicago expresó sus condolencias al señor Juan Espinosa por la pérdida de su esposa, Citlali Zamudio, de 25 años y sus cuatro hijas Grace, de un año; Allizon, de 3 años; Genesis, de 5 años y Renata, de 6 años.

La misa, presidida por el cardenal Blase Cupich y por el reverendísimo Esequiel Sánchez, rector del santuario, contó con los deudos de la familia Espinosa —entre ellos los padres y una hermana de Citlali que viajaron desde México con una visa humanitaria— y se transmitió por redes sociales, lo que permitió a parientes y amigos de la familia sumarse desde Guanajuato, México, y de toda la arquidiócesis de Chicago.

La tragedia de Citlali y sus cuatro hijas, fallecidas en un incendio en su casa de Des Plaines el 27 de enero causó gran conmoción en Chicago y en Guanajuato, tierra de procedencia de Citlali. La historia fue difundida en medios internacionales y movió los corazones de mucha gente, lo que provocó reacciones de solidaridad, desde altares improvisados afuera de la casa hasta una cuenta de GoFundMe para ayudar a la familia con los gastos.

“El día de hoy estoy aquí como su arzobispo, el pastor de la comunidad católica entera en Chicago, para expresar nuestro más sincero pésame y condolencias a las familias Espinosa y Zamudio por la trágica pérdida de vidas que han sufrido” dijo el cardenal Cupich en sus comentarios al encomendar los cuerpos a las manos de Dios.

El cardenal resaltó el dolor que este año ha prevalecido en la vida de incalculables familias en todo el mundo debido a la pandemia. Pero, no obstante, dijo que debido a las edades de las víctimas esta tragedia ha despertado en mucha gente la necesidad de reconocer que todos estamos de una u otra manera de luto.

“Ante esta tragedia, Dios está presente en el dolor que sentimos y es por medio de nuestra fe que declara que Cristo ha vencido a la muerte, que podemos tener esperanza de reencontrarnos con ellos” dijo el cardenal. “Sabemos que Jesus no permitirá que la muerte tenga la última palabra de esta historia, sino que el Amor y la Vida continuarán en su creación invisible y todo será renovado cuando venga en gloria”.

La particular situación de pandemia en que ocurrió esta tragedia fue también comentada por el padre Esequiel Sánchez en su homilía.

“Hay una fatiga creciente en nuestros corazones. Estamos cansados de tanta muerte” dijo el padre Sánchez. “¿Qué se le puede decir a una familia que ha sufrido esta pérdida?”

La respuesta, dijo, está en Mateo 5:4 “Bienaventurados los que lloran, porque serán consolados”.

El padre Sánchez habló del difícil panorama que se enfrenta diariamente, en que además de la pérdida de seres queridos, muchas veces sin oportunidad de despedirlos debido a la misma pandemia, además de las continuas precauciones y el temor a la enfermedad, aún hay que ganarse el pan de cada día.

Enfatizó también la dureza que enfrentan los inmigrantes que vienen en busca de una vida mejor. “Tienes que ser valiente” dijo, refiriéndose a las barreras del idioma y de la cultura. “El sacrificio es grande, pero cuando hay amor se hace con gusto. Para cargar esa responsabilidad se necesita mucha fe, se necesita creer en uno mismo”.

“De nuevo, hijo, mi más sincero pésame” dijo el padre Sánchez a Juan Espinosa, padre de las niñas. “Lo único que puede llevar a la presencia de Dios es el amor, eso nunca se pierde, eso nunca falta”.

Al finalizar la misa, el cardenal Cupich entregó a los familiares unos rosarios bendecidos por el papa Francisco, a quien había visitado un par de semanas antes en Roma. El Santo Padre se sintió tan conmovido con la historia de la familia Espinosa que quiso que ellos recibieran dichos rosarios como una manera de sentir su cercanía.

Los cuerpos fueron llevados al cementerio All Saints, en Des Plaines.

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