Área de Chicago

En Chicago, el Día de Muertos no queda eclipsado por la pandemia

Por Ely Segura
lunes, noviembre 2, 2020

Imagen del altar de muertos en la parroquia de San Luis Gonzaga, en Chicago, en noviembre de 2019. Foto: Cortesía de la parroquia

La conmemoración del Día de los fieles difuntos el 2 de noviembre es compartida por la comunidad católica, pero en algunos países latinoamericanos toma un cariz especial, como es el caso de México, en donde se acostumbra colocar altares tanto en las casas como en los lugares de culto.

Para la comunidad hispana en Chicago esta celebración no pasa desapercibida. Pese a las restricciones debido a la actual pandemia, las comunidades han buscado la manera de seguir esta tradición de fe que conecta a la Iglesia en su tripe estado: purgante, militante y triunfante.

Durante todo octubre, los niños y jóvenes del programa de Educación Religiosa de la parroquia Nuestra Señora de Fátima y San Pancracio, en Brighton Park, han preparado vistosos altares para honrar a sus seres queridos que han abandonado ya esta dimensión terrenal. La misa se celebra el 2 de noviembre a las 7 p.m. en el tempo de San Pancracio, restringiendo la participación de fieles a 120 personas.

El P. Néstor F. Sáenz, párroco peruano de Nuestra Señora de Fátima desde hace quince años, al explicar la tradición mexicana del Día de muertos señala el mal entendido que mucha gente tiene con respecto a ella, especialmente por las calaveritas, que lejos de provocar miedo, representan un signo externo de esperanza. “No celebramos a los muertos, sino el recuerdo de un ser querido a quien traemos espiritualmente a la misa. Rezamos por todos los muertos, con la fe de que están resucitados. Ellos están presentes en nuestras misas”, explica.

Sin embargo, el P. Sáenz reconoce que hay gente supersticiosa que cree que, si no reza al muerto, correrá una especie de peligro. Por eso piensa que hay que purificar esta conmemoración de tales supersticiones, recalcando que con ella celebramos la alegría de la vida, “porque creemos que nuestros difuntos están vivos en la presencia de Dios”, señala.

En la parroquia Santísimo Sacramento, en el vecindario de Mckinley Park, se lleva a cabo la acostumbrada vigilia de oración el 2 de noviembre. El programa, según comparte el Rev. Ismael Sandoval Manzo, su párroco, consiste en la celebración de la liturgia de las horas, bilingüe, precedida por el encendido de velas por cada persona fallecida de la comunidad y por quienes conmemoraron funerales en la parroquia durante este año.

La novedad, por la pandemia, es que en vez de que las familias pasen a encender las velas (previamente etiquetadas con los nombres de sus difuntos), voluntarios de la comunidad se encargarán de ello, mientras las fotografías de los fieles difuntos son proyectadas en el templo San Pedro y San Pablo (en 3745 S. Paulina St.), único de los tres templos unidos que conforman esta parroquia en donde se hará esta liturgia a causa de las restricciones sanitarias por el Covid 19.

“El Día de Muertos es una oportunidad para recordar a nuestros seres queridos, oramos por ellos. Los recordamos de manera especial este día, porque no sabemos a ciencia cierta su destino; si están en el purgatorio necesitan nuestras oraciones y si están en el cielo ellos pueden interceder por nosotros”, comparte el padre Ismael.

En la parroquia San Marcos, ubicada entre los vecindarios Humboldt Park y Ukrainian Village no habrá un cambio sustancial este día, explica su párroco, el Rev. Martín Ibarra, quien comparte que aunque este año no se exhibirán altares en el templo, proyectarán los nombres de todas las personas fallecidas que han recibido como intenciones para esta conmemoración en una pantalla de 200 pulgadas.

El padre Martín Ibarra coincide en que este día es para orar por aquellos que no están y que quizás no están en cielo todavía, sino en el purgatorio, por lo que el propósito de la oración es pedir por su destino final. Además, considera que esta conmemoración es una oportunidad idónea para catequizar a los asistentes este día, para que sepan que el enfoque es para los muertos, no para los vivos. “Reafirmamos la creencia en la Resurrección. Hay muchos católicos que no creen en ella, entonces esta conmemoración es una oportunidad para darles esperanza”, apunta.

Cabe mencionar que orar por quienes han fallecido no sólo es un llamado para este día, sino que constituye una de las siete obras de misericordia espirituales que promueve la fe católica.

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