La iglesia San Malachy y Preciosa Sangre de Cristo (parroquias unidas en mayo de 2012) es un vivo testimonio del Pentecostés de nuestros días. Punto de encuentro de más de 1,400 personas, en su mayoría provenientes de Ghana (África) y de México, esta comunidad une su historia y su diversidad cultural en una sola causa: la del amor de Cristo y la tarea de vivir su mensaje de unidad. Las alabanzas y las peticiones en twi (una de las lenguas oficiales de Ghana), en español y en inglés se fusionan reconociéndose familia y abogando por las necesidades de sus integrantes, fusión que resulta en una preocupación por la solidaridad y la justicia. Es por ello que cada año esta iglesia se compromete a cumplir proyectos específicos para apoyar directamente las necesidades no sólo de sus miembros, sino de los familiares y amigos de éstos. Así fue como sin titubear, para inicio de este año litúrgico, los parroquianos unieron sus fuerzas para llevar esperanza a través de la Organización Ángeles de la Frontera (Border Angels), una organización sin fines de lucro que desde 1986 atiende a los migrantes que tratan de cruzar la frontera hacia los Estados Unidos. Durante las semanas de Adviento, tras una labor intensiva de venta de boletos para la rifa de canastas navideñas (de tres dólares cada uno), la comunidad recaudó $4,000 para apoyar el trabajo de dicha organización. “Quizás 4,000 dólares no sea una gran cifra, pero para nosotros es muy significativa. Es el resultado del esfuerzo de los miembros de una comunidad solidaria que vela por las necesidades de los otros. Como comunidad hemos comprendido que debemos compartir lo que tenemos con los demás”, señala el padre Matthew Eyerman, párroco de esta iglesia. Con lo recaudado en esta rifa, la iglesia apoya, en específico el servicio de saciar la sed de los inmigrantes a través de cientos de galones de agua que les llevan los voluntarios de Ángeles de la Frontera, sabiendo que la deshidratación es una de las principales causas de muerte de los hermanos inmigrantes en su trayecto por el desierto. “Nuestra comunidad se identificó con el proyecto, ya que muchos de nosotros tenemos familiares que alguna vez cruzaron la frontera para encontrar el sueño americano”, comparte Diana Vidal, feligrés de San Malachy y la Preciosa Sangre de Cristo. Eyerman subraya que entre todos se involucran en dos grandes proyectos; uno para Adviento (como la rifa para Ángeles de la Frontera) y otro para Cuaresma. Durante esta Cuaresma, la actividad social parroquial se enfoca en el proyecto Baby bottle, para beneficiar al Centro de Mujeres de Chicago (The Women´s Center of Greater Chicagoland), una organización no gubernamental que asiste a las madres (y a sus familias) que experimentan cualquier tipo de crisis durante su embarazo, ya sean crisis financieras, emocionales, materiales o espirituales. Todo esto lo hacen a través de servicios de consejerías, donaciones de ropa, provisiones monetarias o alimenticias, oraciones y cualquier otra ayuda que sea requerida, logrando un alcance –desde su fundación en 1984– de más de 5 mil personas beneficiadas e incluso alrededor de 40 mil bebés salvados del aborto. Desde el Miércoles de Ceniza, la iglesia San Malachy y Preciosa Sangre de Cristo promueve la venta de biberones que servirán de alcancía para quien quiera apoyar a la causa. Cada botella –que más adelante es reciclada– tiene un costo de un dólar. Los interesados llenan los biberones de las monedas que puedan recolectar o, bien, hacen una donación por cheque a la cuenta del Centro de Mujeres de Chicago. “Somos una comunidad que acoge. Los miembros de la Sagrada Familia fueron refugiados. Hoy los santos refugiados son los miles de inmigrantes en este país y nosotros somos todos ellos, porque todos estamos conectados”, expresa el padre Eyerman, quien da la bienvenida a todos aquellos –sin distinción alguna– que quieran formar parte de esta gran familia. La parroquia, ubicada en 2248 W. Washington Blvd. en el vecindario West Haven en Chicago, ocupa un hermoso edificio eclesial del siglo XIX, establecido en 1882 para servir especialmente a la comunidad irlandesa que residía en sus alrededores. De allí el nombre del santo Irlandés San Malachy (o Malaquías). La iglesia San Malachy es una comunidad realmente activa con una variedad de ministerios para todas las edades. Entre ellos se encuentran el grupo juvenil “Soldados de Gedeón”, el Coro ghanés, Los Caballeros de Pedro Claver y las Damas Auxiliares, el Coro Juvenil (que ofrece clases de música) y la escuela San Malachy, que desde 1889 ofrece calidad en sus instrucciones académicas, además de formación en la fe a niños desde los tres años hasta el octavo grado de la primaria.