El obispo auxiliar Alberto Rojas se prepara para levantar la custodia durante la bendición en una vigilia con velas cerca de Albany Medical Surgical Center (Family Planning Associates) en Chicago para lanzar la Campaña de oración de los 40 días por la vida el 26 de septiembre de 2012. Foto: Karen Callaway/Católico
La noticia, el 2 de diciembre, de que el papa Francisco había nombrado al obispo Alberto Rojas, el querido y popular obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Chicago como obispo coadjutor de San Bernardino, en California causó sorpresa y emociones encontradas: alegría de saber que se iba a comenzar una nueva etapa en la quinta diócesis más grande de la nación, y tristeza de ver que se nos va el único obispo mexicano en Chicago. Los comentarios de cariño y admiración en la página de Católico en Facebook no se hicieron esperar. Cuando nos sentamos a platicar con el obispo Rojas le mencionamos las muestras de afecto que los feligreses de Chicago le habían expresado en nuestra página. “Ellos son muy buenos conmigo” dijo el obispo Rojas. “Por eso se encariña uno. Eso es lo que yo creo me va a costar trabajo dejar”. Nacido en Aguascalientes, México, el obispo Rojas, de 54 años, se ordenó sacerdote en Chicago en 1997. En 2011 fue ordenado obispo y sirvió primero como vicario episcopal en el Vicariato III y luego en el Vicariato I, el más grande de la arquidiócesis, con 500,000 católicos. Una de las características de su obispado fue fomentar la unidad de los sacerdotes. El obispo vio la dispersión y sintió que era importante organizar reuniones, que los sacerdotes del vicariato dialogaran, intercambiaran sus problemas y experiencias. “No podemos estar cada uno trabajando como una isla” dijo. “Cristo no agarró de uno por uno y lo mandó para donde sea. Los mandó juntos y venían a reportarle juntos. Entonces esas cosas las tenemos que mantener presentes” dijo y agregó que espera que los padres lo sigan haciendo, “que se reúnan y se apoyen”. En su función de coadjutor, el obispo Rojas se convertirá en cabeza de la diócesis de San Bernardino en cuanto se retire del obispo Gerald R. Barnes. El obispo Barnes cumplirá 75 años en junio de este año, edad en que la ley canónica ordena que se presente al papa la renuncia. La necesidad de sacerdotes hispanos Cuando conversamos con el obispo Rojas lo encontramos ocupado dejando sus asuntos en orden, pues debe comenzar sus funciones en San Bernardino en febrero. En medio de sus compromisos nos hizo un tiempo y nos sentamos a platicar en una sala del centro Quigley de la Arquidiócesis de Chicago. Le recordamos que, en 2011, cuando recibió la llamada del nuncio que le anunciaba su nombramiento como obispo de la Arquidiócesis de Chicago dijo que no podía creerlo y necesitaba tiempo para pensarlo. Era un viernes, le dieron hasta el lunes para decidirse. Pero no tuvo que pensarlo mucho: una hora después sonó el teléfono. Era el cardenal Francis George, que lo invitaba a tomar café al día siguiente. Lo citó a las siete de la mañana. “Pudo haber dicho a las tres de la mañana, porque de todas maneras yo no iba a dormir” dice el obispo Rojas, emocionado con el recuerdo. En su memoria está todavía esa charla animada con café caliente. “Tuvimos una conversación larga y eran tremendos sus razonamientos” recuerda, “me convenció de que esto es voluntad de Dios. No era que yo no lo supiera, pero es que nunca lo piensas como que eso va a ser para ti. Ni lo estás buscando. Entonces no se siente uno preparado para nada”. El cambio que se venía en su vida era tremendo. “Yo dije: que Dios se encargue de las cosas” comenta. “Ya son ocho años de eso”. Le preguntamos cómo compara ese momento con este nuevo nombramiento. “No fue tan impactante como la primera vez” dice, aunque confiesa estar nervioso. “Ya en los últimos dos años todo mundo me venía diciendo ‘no creo que vayas a durar aquí, te van a dar tu diócesis, te ordenaron muy joven y ni modo que te quedes aquí de auxiliar toda la vida’. Yo dije bueno, lo que sea que Dios quiera. Pero tampoco me la esperaba tan rápido”. “Pero sí presentía que me iban a llamar algún día” agrega, “sobre todo por la necesidad que hay de líderes hispanos. No tanto porque uno esté preparado”. La diócesis de San Bernardino es grandísima, le recordamos. “Eso si me asustó y yo me di cuenta después de que había dicho que sí” dice. “Yo me la imaginaba como una diócesis de 60 o 70 parroquias, pero aparte de que tiene como 100 parroquias es el número de católicos que hay. Más de 1.7 millones”. “Si lo he sabido digo que no” bromea y se ríe. Sus años en México ¿Como recibió su familia la noticia? ¿Dónde vive su familia? Le preguntamos al obispo. “Pues estamos todos regados” nos contesta, y dice que tiene familia en Atlanta, California, Denver, y Houston. “Mi mamá vive en México todavía. Mi papá murió ya hace como 14 o 15 años. Algunos de mis hermanos están en México todavía”. El obispo Rojas es el sexto de ocho hermanos. “Quien sabe por qué uno termina en lugares así” reflexiona. Agrega que su madre, María de la Cruz ya viene poco debido a sus 93 años. El obispo Rojas fue al seminario en su natal Aguascalientes a los 14 años. Le preguntamos cómo es que tenía su vocación clara desde tan joven. “Creo que lo comencé a pensar cuando tenía unos 12 años” dice. “Me llamaba la atención lo que hacía el padre en la parroquia. Yo iba a misa y a la escuela católica todo el tiempo con las madres. De su infancia, el obispo recuerda el rancho de su papá, don Fidel, con nostalgia. “Era tan bonito, cómo me gustaría que nunca lo hubiéramos perdido” dice. “Era un rancho que estaba a la orilla de un río” recuerda. “Así que solo tenías que conectar una bomba con unas mangueras y regar. Recuerdo que cuando estábamos en la escuela íbamos en los veranos. Alla nos la pasábamos todos y era una vida sana y muy bonita”. “Me dio mucha tristeza cuando finalmente vendieron los terrenos, porque es la casa donde yo nací” comenta el obispo, quien agrega que ahora solo les queda la casa donde vive su mamá doña María de la Cruz, pues todos sus hermanos se casaron y nadie se quiso hacer cargo del rancho. “Mi hermano mayor, que es al que siempre le encantaba lo del campo, está enfermo” dice el obispo. “Si él hubiera estado bien, ese rancho aún estaría allí. Él lo dice ahora con mucho sentimiento y casi llora, porque él si supo de la vida del rancho y ayudó a mi papá muchísimo”. Trabajar en vocaciones Le preguntamos al obispo Rojas qué futuro ve a la participación de los hispanos en la iglesia católica en Estados Unidos, si se reconoce más la importancia de este grupo. “Sí” responde, “este V Encuentro abrió tremendo camino. Te lo digo porque en las últimas reuniones de la Conferencia de Obispos Nacional siempre se habla del V Encuentro. En mis primeros años de esas reuniones era rarísima la vez que se hablaba del Encuentro”. “Vamos a seguir consiguiendo todavía más” dice. “La comunidad hispana crece. Lo vamos viendo en las parroquias y la preocupación es que no hay suficientes sacerdotes”. “Tenemos que trabajar más duro en vocaciones” agrega y afirma que aunque se hacen invitaciones, el proceso es lento. “Ordenamos tres o cuatro (sacerdotes) y se mueren 20 cada año. Todavía no estamos haciendo lo suficiente”. Agregó que esta es una de las razones detrás del programa Renueva mi Iglesia, además del gasto que representa el mantenimiento de muchos de los edificios. Yo creo que el cardenal Cupich tiene razón cuando dice que necesitamos ser mejores custodios de lo que tenemos, no solamente de administrar el dinero, sino también el personal. Evento para el obispo Rojas La Arquidiócesis de Chicago ha organizado una oración y recepción para el obispo Rojas el domingo 19 de enero en la capilla de San José del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe (1170 N. River Rd.) en Des Plaines, IL. La actividad tendrá lugar de 5:30 a 8:30 p.m.