Área de Chicago

Falleció el diácono Mario Ávila, premio de la Noche de Gala 2013

Por Redacción Católico
martes, julio 30, 2019

El diácono recibe el reconocimiento de la Noche de Gala de manos del cardenal Francis George el 27 de septiembre. Foto: Karen Callaway/Católico

Con mucha pena nos enteramos del fallecimiento del diácono Mario Ávila, el 10 de julio a la edad de 68 años.

Le sobrevive su esposa Juanita y sus hijos Mario Jr., Wendy Ruth y Christine Olivia.

Se ordenó en 1992 y sirvió en la parroquia St. Malachy-Precious Blood.

En septiembre de 2013, el diácono Mario recibió el premio San Esteban de la Noche de Gala. En esa ocasión Católico lo visitó en su parroquia.

Cuando lo entrevistamos, fungía como responsable del programa de catequesis familiar de la parroquia, con el objetivo de promover el sacramento del matrimonio.

Le preguntamos qué fue lo que lo llevó a hacerse diácono. “Cuándo estaba chico, en San Luis Potosí (México), estuve siempre en colegio de monjitas” respondió, “Entonces, cuando tenía 12 o 13 años entré al seminario menor. Duré un año nomás. Iba a Catedral (de S.L.P.) y veía las personas que solamente llevaban el alba cruzada, y yo pensaba ‘éste se equivocó y se la puso mal’. No sabía exactamente lo que era un diácono.”

Tiempo después, en 1970, cuando tenía 18 años, Mario Ávila emigró a Chicago. Recordó que su mamá lo llevaba a la iglesia de San Francisco de Asís (en la avenida Roosevelt). “Dije ‘también aquí traen el alba cruzada’. Entonces me fui dando cuenta de que ellos eran los diáconos permanentes.”

Ávila llegó a la iglesia de Preciosa Sangre en 1971. “Desde entonces me quedé” dijo. “Allí conocí a mi esposa, Juanita. Yo participaba en el coro, era lector, ministro de comunión, incluso llegué a ser presidente de la sociedad guadalupana.”

“El padre Darío (Rupeipert) (q.e.p.d.), me invitó a la preparación para el liderazgo” dijo. “En la comunidad hispana existe mucha violencia y pensé que a lo mejor yo podría hacer algo con los jóvenes. Luego me metí al discernimiento.”

“El discernimiento me ayudó mucho” continuó, “porque en aquellos tiempos empezaba el padre Manuel Lafayette, que ya falleció. Él trajo el programa de las comunidades de base. Nos enseñó cómo llegar a las casas, a personas que no podían asistir a la iglesia por miedo, o por enfermedad, por cualquier cosa. Decidimos hacer comunidades de base y llegamos a tener 32 casas.”

Descanse en paz, el diácono Mario Ávila.

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