Área de Chicago

Chicago recibe con alegría la canonización de Oscar Romero

Por Redacción Católico
jueves, noviembre 1, 2018

Sacerdotes cargan la camisa manchada de sangre del arzobispo Oscar Romero durante la misa de beatificación en San Salvador, el 23 de mayo. Al frente, el padre Manny Dorantes (izq.) y el obispo Ron Hicks, ambos de la Arquidiócesis de Chicago. Foto: Lissette Lemus/CNS.

Con la misa de canonización el 14 de octubre, el arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero, conocido popularmente como “La voz de los sin voz”, es oficialmente santo.

Su martirio, acaecido de un disparo el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa en la capilla de un hospital, marcó un antes y un después en la iglesia latinoamericana.

Monseñor Arnulfo Romero había sido nombrado Arzobispo de San Salvador en 1977 por el papa Pablo VI, también canonizado en la misma misa. Desde su popular programa de radio o con sus homilías, hizo un llamado al gobierno para que parara el terror hacia los campesinos.

En su homilía del 23 de marzo de 1980 habló directamente a los soldados:

Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos campesinos, y ante una orden de matar que dé un hombre debe prevalecer la ley de Dios que dice “No matar”. Ningún soldado está obligado a obedecer una orden contra la ley de Dios. Una ley inmoral, nadie tiene que cumplirla.

La comunidad católica de Chicago celebró con una misa de acción de gracias el mismo día que su canonización en la Catedral del Santo Nombre.

La misa contó con la presencia de la Sra. Patricia Maza-Pittsford, cónsul general de El Salvador, quien dijo que esta es una ocasión feliz para el pueblo salvadoreño. La cónsul dio la segunda lectura durante la misa.

“En estos tiempos tan difíciles, es importante recordar la manera en que fue asesinado, pero sus enseñanzas sobre la dignidad humana aún están vivas”, dijo.

 

Necesidad de paz y justicia

El obispo Ronald Hicks tuvo un acercamiento al pueblo salvadoreño en 2005, cuando se mudó a ese pueblo centroamericano como director regional del orfelinato Nuestros Pequeños Hermanos. Durante cinco años vivió en El Salvador, y desde su llegada buscó el lugar de su martirio, su tumba en la catedral, los lugares donde predicaba. “Quería entender la situación y la realidad en que vivió” dijo el obispo Hicks a Católico.

“Creo que su mensaje es más necesario que nunca” agregó el obispo Hicks, “conforme seguimos viendo la pobreza, violencia y asesinatos, la necesidad de paz y justicia. Necesitamos ambos, paz y justicia”.

“Lo que me pareció interesante de Oscar Romero es que él era una verdadera opción para los pobres” agregó el obispo. “Pero él decía ‘Tenemos que trabajar juntos como sociedad, todos, ricos, pobres, clase media, el gobierno, la iglesia, todo mundo, para traer una situación mejor para toda la gente. De manera que necesitamos incluir a todas las partes involucradas”.

“Él ha sido mi héroe por mucho tiempo” dijo. “Y ahora que lo han canonizado mi esperanza es que él siga siendo una inspiración para mucha gente no solo en El Salvador, sino en todo el mundo”.

 

La evolución que siguió

A la hermana Barbara E. Reid, O.P. le llama la atención la historia que siguió la vida de San Oscar Romero. “Cómo evolucionó de ser un académico más bien estudioso y un tanto conservador, que no quiere hacer o decir nada que ponga a la iglesia en cualquier tipo de conflicto, hasta convertirse en un portavoz de los pobres, es un ejemplo extraordinario para todos nosotros” dijo a Católico.

La hermana Barbara Reid es Profesora de Estudios del Nuevo Testamento en CTU y su ensayo “Romero the Preacher” fue incluido en el libro Oscar Romero: Bishop, Martyr, Prophet for a New Millenium.

“Él tenía muy claro que, si tú predicas el Evangelio, y el Evangelio no inquieta” dijo la hermana, “si la palabra de Dios no se le mete a nadie bajo la piel, entonces en verdad no estás predicando el Evangelio”.

 “Otra cosa que me impresionó de él” continuó la hermana, “es que no solamente amaba a la gente oprimida, sino también a aquellos que estaban ejerciendo la violencia contra ellos, quienes lo tenían amenazado de muerte”.

 

Un programa de becas en CTU lleva su nombre

En Chicago, hacia mediados de los noventa, con el crecimiento desbordante de la comunidad hispana, Catholic Theologic Union (CTU) comienza el programa de Ministerio de Teología Hispana.

“Surgió entonces la conversación entre la arquidiócesis y CTU sobre la posibilidad de preparar laicos para servir a la comunidad hispana” dice Marco López subdirector de Reclutamiento de CTU.

Se trataba de hombres y mujeres que ya estaban involucrados en la comunidad, en el ministerio, pero que carecían de algún título, aclara López. “Una de las realidades de nuestra comunidad es que muchas personas no tenían ni siquiera un bachillerato o licenciatura” dice.

Marco Lopez agrega que, para acelerar un poco el proceso para obtener maestrías, se hizo un convenio entre la Arquidiócesis de Chicago y CTU para tomar en cuenta la experiencia de vida, la experiencia pastoral de las personas que han estado involucradas en ministerios, “casi sustituyendo una licenciatura” dice López, “para poder hacer estudios teológicos a nivel de maestría”.

La arquidiócesis se comprometió entonces a ayudar económicamente a este programa, en tanto a CTU le corresponde la formación, los contenidos de ese programa. Es entonces cuando la primera directora y fundadora del programa, hermana Ana Maria Pineda se reúne con los estudiantes hispanos que estudiaban en CTU en ese tiempo para decidir el nombre del programa.

De los mismos estudiantes surgió la propuesta de llamarlo Oscar Romero

“Pensaron que era el más adecuado por su compromiso con los pobres y a los laicos” dice Lopez. “El siempre predicó que la misma gente, que los pobres deberían ser protagonistas de su propio futuro. Eso es algo que siempre, con este programa de Romero estamos queriendo promover: que del mismo pueblo hispano en Chicago salgan agentes pastorales que vayan a ser los protagonistas del futuro de su propio pueblo".

 

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