Área de Chicago

El padre Esequiel Sánchez habla después de un roce con la muerte

Por Joyce Duriga (Chicago Catholic)
jueves, septiembre 6, 2018

Devotos asisten a una misa de acción de gracias el 12 de agosto en el Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines por el regreso seguro del padre Esequiel Sánchez. Foto: Karen Callaway/Católico

Cuando una persona sobrevive un roce con la muerte, como un accidente de avión, y ha estado en el precipicio entre este mundo y el siguiente, con frecuencia se hace preguntas como “¿Por qué sobreviví?” o “¿Qué me espera después de la muerte?”

El padre Esequiel Sánchez, rector del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, abordó algunas de estas preguntas en su homilía durante su primera misa de regreso al santuario el 12 de agosto, después que él y el resto de los 103 pasajeros a bordo del vuelo de Aeroméxico sobrevivieran un accidente aéreo el 31 de julio en Durango.

El avión se estrelló casi inmediatamente después de despegar del Aeropuerto Internacional General Guadalupe Victoria de Durango. Aproximadamente 15 familiares y amigos que estaban en México para celebrar su cumpleaños 50 también iban en el avión.

Sánchez, que sufrió múltiples fracturas en un brazo y necesitó cirugía, habló con Chicago Catholic sobre las implicaciones espirituales de sobrevivir un roce con la muerte y el impacto que ha tenido en él y los otros sobrevivientes.

Él cree que el hecho de que todos sobrevivieran el accidente fue un milagro de Dios. Sánchez tomó clases de vuelo privadas hace varios años y entiende la ciencia detrás de lo que pasó.

Estaba lloviendo y granizaba cuando el avión despegó. Pronto, una pequeña explosión lo empujó hacia abajo, a la pista. El tren de aterrizaje se dobló y el avión se deslizó, pero no se volteó. Los tanques de combustible fueron perforados. 

“Si el avión se hubiera volteado, hubiera sido una historia diferente”, dijo. “Si hubiéramos estado más alto, hubiera sido una historia diferente. Si no hubiera estado lloviendo, hubiera sido una historia muy diferente. Hay tantos factores que indicarían que no tendría que haber sido de esta manera.  El margen de posibilidad de salir vivos —todos nosotros— era mínimo. Eso es lo que te lleva a decir que hubo una intervención divina aquí”.

Sánchez también vio milagros en las reacciones de los pasajeros que se preocuparon unos de otros de inmediato. “Lo que vi aquí fue gente que no quería irse sin sus seres queridos. Ellos regresaron a ayudar a los otros”, dijo. A pesar de su brazo roto, Sánchez dijo que él también regresó a ayudar.

Cuando el avión bajó, rebotó y los pasajeros pudieron sentir que el tren de aterrizaje se rompía. Sánchez no creyó que sobrevivirían.

“Estaba sucediendo tan rápidamente”, dijo. “Lo único que me cruzó por la mente fue realizar una absolución general y prepararme para la muerte”.

En momentos de peligro mortal como aviones que se estrellan o en campos de batalla, los sacerdotes pueden realizar absoluciones generales que absuelven a los involucrados de sus pecados.

Luego del desastre, una pregunta que se hicieron muchos sobrevivientes fue qué sucede después que morimos, dijo el padre Sánchez.

“Nuestra fe tiene una respuesta para eso. Se llama una rendición de cuentas. Se llama nuestro juicio”, dijo.

Otra pregunta es, ¿cómo será la vida después de la muerte?

“El propósito original de Dios es que lo adoremos y que le sirvamos. Eso sucede en el Cielo”, mencionó Sánchez. “No estás allá arriba durmiendo en una hamaca. No estas sorbiendo margaritas diciendo ‘Ya terminé’. No, no. Es una vida de adoración. Es una vida de servicio”.

Se parece a lo que podemos hacer aquí en la tierra para Dios, adorándolo más sinceramente.

“Esa es la única manera”, dijo. “No solamente adorar sino adorar con más sinceridad. Amar más abiertamente. Creer más robustamente. Creer en lo imposible. Deja de controlar y encontrarás la manera en que sirves”.

Los sobrevivientes también están preguntando “¿por qué nos libramos?”. En Durango, ese mismo día un accidente de autobús mató a 11 personas.

“¿Cómo dices, ‘yo tuve un milagro’ y ellos no?”, mencionó.

Esa es una pregunta no solo para aquellos en el avión sino para cualquier persona que haya perdido a un ser querido en un accidente. Él presentó eso en su homilía el 12 de agosto. 

“La tentación es decir que Dios es partidario o que Dios tiene sus favoritos”, dijo Sánchez. “No podía dejar pasar eso. Yo dije no, Dios es bueno, bien sea si vivimos o morimos. Él nos ama mucho. El final de la historia está en sus manos, no en este mundo”.

En las semanas siguientes al accidente, lo que lo está cambiando a él personalmente son las expresiones de amor y gratitud de la gente hacia Dios porque él salió con vida”.

“La gente te dice lo mucho que te ama, lo mucho que les haría daño si te hubieras ido. Normalmente escuchas estas cosas en un panegírico o cuando estás muerto”, señaló. “Bueno, no estoy en mi misa de funeral y estoy escuchando estas cosas”.

La gente está feliz de verlo porque su fe en los milagros ha sido confirmada, dijo.

“Realmente quieres cuidar mejor a aquellos que te aman y cuidar mejor los dones que se te han otorgado”, señaló Sánchez. “Por eso oro por convertirme en un mejor sacerdote. No porque la experiencia me haya asustado mucho —y lo hizo— sino porque ellos mostraron mucho amor hacia mí. Mi respuesta debe ser [el ser] un mejor sacerdote”.

Reconoce que sus pensamientos y emociones después del accidente son diferentes de muchos de los otros sobrevivientes porque él trata con la fe, la muerte y el morir diariamente como sacerdote.

Para algunos, especialmente aquellos sin fe, la experiencia puede sacudirlos por largo tiempo.

“El trauma hace diferentes cosas a diferentes personas. Es por eso por lo que nuestro ministerio como católicos es importante. Lo que hacemos es tan importante —no solo para la vida eterna sino para esta vida”, señaló. “Las personas religiosas no deben hablar de lo ordinario, sino de lo extraordinario. Allí es en donde está tu esperanza. Porque de otra manera, ¿qué hizo Jesús realmente?”

El accidente y el roce con la muerte han hecho que Sánchez sea más consciente de la santidad del Santuario de la Nuestra Señora de Guadalupe, dijo.

“Soy más sensible a lo que este lugar debe ser ahora”, dijo. “No es una parroquia. Tiene muchas dimensiones parroquiales pero la gente viene para acá de todas partes, y vienen quebrados. Ellos vienen rogando por milagros todo el tiempo. Creo que ahora soy más sensible a esa necesidad”.

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