Procesión el 26 de marzo en San Salvador, El Salvador, para conmemorar el 37 aniversario del asesinato del arzobispo el 24 de marzo de 1980. Foto: José Cabezas, Reuters/CNS
El ejemplo del beato Oscar Romero une a dos comunidades: la colonia 22 de abril, en El Salvador y el barrio de Brighton Park, en Chicago. Ambas conocen el dolor de la violencia y han visto a sus jóvenes caer abatidos por las balas. Dos actividades enlazan a Chicago con la nación centroamericana: el nuevo santuario a Monseñor Romero en la parroquia de Inmaculada Concepción, en el sur de Chicago, y la creación de las becas Monseñor Oscar Romero, que permitirán a 25 jóvenes de la colonia 22 de Abril, en El Salvador, obtener una educación universitaria. El 28 de mayo se hizo la dedicación del santuario a Monseñor Romero en la parroquia de Inmaculada Concepción, en 2745 W 44th St. El espacio fue bendecido por el padre Ron Hicks, Vicario General de la Arquidiócesis de Chicago y cuenta con una reliquia de primer nivel de monseñor Romero, un trozo del alba que utilizaba el día en que lo asesinaron, aún manchado de la sangre del beato salvadoreño. Dicho santuario cuenta con un mural pintado por el artista mexicano Felipe Aguilera, que muestra al beato Romero flanqueado, a izquierda, por San José Sánchez del Río y a derecha por Santa Kateri Tekakwitha. Durante nuestra visita, el padre Dorantes nos adelantó que se hacen ya gestiones para traer también reliquias de estos santos. Por otra parte, el 27 de mayo se anunció la creación de las becas Monseñor Oscar Romero, establecidas por la Howard G. Buffet Foundation, Catholic Relief Services, y las parroquias San Clemente e Inmaculada Concepción, que permitirán a 25 jóvenes de la colonia 22 de Abril en El Salvador obtener una educación universitaria. La intervención del padre Manuel Dorantes, pastor de Inmaculada Concepción, fue crucial en ambos casos, así que una tarde nos fuimos a su parroquia, Inmaculada Concepción, a que nos platicara más. El ejemplo de monseñor Romero El padre Dorantes conoce el precio que pagan las comunidades por la violencia. Brighton Park, el barrio donde se ubica Inmaculada Concepción, estuvo recientemente en las noticias por la balacera del 7 de mayo que mató a dos personas e hirió a ocho en las inmediaciones de la parroquia. El padre Manny, como popularmente se le conoce, nos habló de los retos del sacerdocio en estos vecindarios. “Déjame decirte que una cosa es la teoría, simplemente decir el rito cuando uno se ordena: ‘yo voy a entregar mi vida por la gente’” dijo. “Pero otra cosa es salir aquí, afuera de tu iglesia y encontrarte con un joven baleado y muerto y que seas tú a quien le toque limpiar la sangre. Y limpiando la sangre te cae el veinte de que a ti también te pueden matar.” El padre Manny dice que las caminatas por la paz que han organizado en momentos muy tensos entre las diferentes pandillas en el barrio tienen el fin de sacar a la comunidad a la calle. “Decir ‘no vamos a tener miedo, no nos vamos a quedar encerrados, salgamos a bendecir este lugar’”. “Pero llegas allí, en el rincón más oscuro del barrio” prosigue, “donde acaban de balacear a diez y lo estás sintiendo, que no hay nada que pueda impedir que vuelva a suceder eso enfrente de nosotros. Esto no te hace decir ‘qué valientes somos’, sino todo lo contrario, te hace agarrarte más de la mano de Dios y decir, ‘únicamente Dios y su providencia nos puede ayudar a salir adelante’”. Monseñor Oscar Arnulfo Romero fue un arzobispo salvadoreño profundamente involucrado con el dolor de la gente pobre que no dejó de denunciar las injusticias que generaban la pobreza de su gente. Fue asesinado en 1980 por agentes gubernamentales mientras oficiaba misa en la capilla del hospital Divina Providencia. “Monseñor Romero fue uno de los primeros obispos que decidió no vivir en el palacio arzobispal” dice el padre Manny. “Cuando a él lo nombran arzobispo él les dice a las hermanas de la Divina Providencia que quiere vivir allí en la sacristía de la capilla. Las hermanas platican cómo le pusieron una simple camita, después le mandaron hacer el baño, y allí es donde vivió él como arzobispo.” El padre Manny conoce bien ese hospital, pues acude regularmente desde hace años. Visita también la colonia 22 de abril, un terreno que varias familias ocuparon en los tiempos de la guerra civil en los ochenta. Santos que inspiran Al lado de monseñor Romero, en el mural del santuario, está San José Sánchez del Río. Se trata de un joven de catorce años que dio su vida en la guerra Cristera de la década de los veinte en México. “Aquí los jóvenes que están en las pandillas se tatúan la Virgen de Guadalupe en el pecho” dice el padre, “pero están muriendo por tonterías, a veces por peleas entre pandillas, por droga o por querer tener más éxito. Este jovencito [Sánchez del Río] murió diciendo ¡‘Viva Cristo Rey! Y ¡Viva la Virgen de Guadalupe!’. Lo hicieron torturar para que renunciara a Cristo y no lo hizo.” Agrega que en la parroquia quieren formar jóvenes a imagen de San José Sánchez del Río, “que sean valientes de enfrentar actos violentos con actitudes de paz, con la fe y los valores que Cristo nos ha enseñado.” Otra presencia en el santuario es la santa Kateri Tekakwitha, indígena iroquesa que vivió en el siglo XVII. “Ella experimentó una enfermedad” dice el padre Dorantes, “la viruela, que le desfiguró el rostro.” “Ella descubrió una nueva identidad en el cristianismo, que iba más allá de la identidad de su cara” comenta. “Después de su conversión, se dedica a servir a los más pobres, especialmente a los enfermos. Muere a los 24 años, y los historiadores nos dicen que el día de su muerte, su rostro quedó completamente limpio de la desfiguración. Y los enfermos con los que ella trabajaba se sanaron ese día.” Se busca que Santa Kateri sea un ejemplo para los jóvenes que luchan con su propia identidad. “Eso pasa mucho aquí, el joven que no sabe si es mexicano, si es norteamericano, o mexicoamericano.” “Nuestros jóvenes” continúa, “le dan mucho peso a su imagen exterior, en una sociedad como la que vivimos, que es tan superficial. Muchos de ellos, sea por su peso, o la manera en que se ven, o porque son morenitos empiezan a definir quiénes son, lo cual no es apreciado por la sociedad, y ellos se deprimen.” Apostemos por la educación Además de la capilla, otra razón de alegría para el padre Manny son las becas universitarias Monseñor Arnulfo Romero, que beneficiarán a 25 jóvenes de la colonia 22 de Abril en San Salvador. “El barrio está completamente controlado por las pandillas, la Mara Salvatrucha” dice. “Allá no puedes entrar al barrio si la Mara no te lo permite.” Hay un fuerte estigma sobre los jóvenes de ese barrio. “Si tu documento de identificación dice que vives en la colonia 22 de abril nadie te da trabajo, todas las puertas se cierran” dice el padre y agrega que es un problema de discriminación de clase. “El Salvador es muy complejo” agrega, “e ir a la universidad, especialmente una universidad privada, es absolutamente caro y realmente imposible.” El proceso para hacerlas realidad comenzó cuando el padre Dorantes hacía unas traducciones en El Vaticano para un grupo bipartisano de senadores estadounidenses. De allí surgieron contactos que llevaron hasta Howard Buffett, hijo del magnate Warren Buffett y la Sra. Cindy McCain, esposa del senador John McCain, ambos miembros de sendas fundaciones filantrópicas que mostraron voluntad de crear proyectos en Centroamérica. El santuario está abierto para su visita en la parroquia de Inmaculada Concepción en 2745 W 44th St.