Internacional

En el Sínodo, la Iglesia es una comunidad que escucha al Espíritu Santo

Por Padre Sergio Rivas Tamayo
martes, noviembre 30, 2021

El papa Francisco da la homilía el 10 de octubre en la misa de apertura del proceso que llevará al Sínodo Mundial de Obispos en 2023 en la Basílica de San Pedro en Roma. Foto: Remo Casilli, Reuters/CNS

El domingo 10 de octubre, en la basílica de San Pedro en el Vaticano, el papa Francisco abrió el Sínodo con el nombre: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. Este evento fue el comienzo de un proceso que durará dos años. La clausura será en octubre de 2023.

La traducción clásica de la palabra sínodo es simplemente una reunión eclesiástica. Este tipo de reuniones han existido desde casi el comienzo de nuestra fe cristiana. En la última sesión del Concilio Vaticano II, el papa Pablo VI creó la oficina permanente del sínodo de obispos, cuyo trabajo es facilitar que los obispos del mundo, bajo el liderazgo del Papa, se reúnan a dialogar sobre temas importantes para la Iglesia. Esta oficina ha dado muchos frutos en forma de documentos que el Papa escribe después de que los obispos le entregan las conclusiones de la reunión.

Ahora, el papa Francisco nos está invitando a que pensemos en el concepto de sínodo de una manera diferente y más ambiciosa. Él quiere que veamos la sinodalidad como una característica constitutiva de la Iglesia, es decir, quiere que entendamos la Iglesia no como una reunión sino como un proceso en el que todos en la Iglesia caminamos juntos bajo la guía del Espíritu Santo

Esta idea la saca de una lectura profundamente teológica del libro de los Hechos de los Apóstoles. En ese libro del nuevo testamento, el Papa ve pruebas claras de que la Iglesia es y siempre será una comunidad que escucha junta al Espíritu Santo para saber en qué dirección caminar. Esta característica de la Iglesia se manifiesta de diversas maneras en nuestro tiempo por medio de Concilios Ecuménicos e incluso hasta Consejos Pastorales parroquiales.

Para avivar en la Iglesia la conciencia de que somos una comunidad sinodal, el Papa ha llamado a que nos tomemos un tiempo para reflexionar sobre este tema. La meta de este sínodo no es producir otro documento más, sino ayudar a la Iglesia a ser más consiente de cómo vivir en comunión, lograr una participación activa y abrirse más a la misión. El objetivo es que durante este tiempo la Iglesia aprenda a soñar, promover la esperanza, crear confianza, sanar las heridas, tejer relaciones, para aprender mutuamente, construir puentes, y escucharse los unos a los otros particularmente a los que están en las márgenes La esperanza del Papa es que aprendamos a ser Iglesia en el tercer milenio por medio del encuentro, la escucha y el discernimiento.

Para esto, el Papa nos invita a que nos imaginemos la sinodalidad como un acto de escucha en el que participamos a medida que caminamos. Caminar y escuchar son los dos verbos esenciales en la definición que el Santo Padre nos quiere dar. El viaje al que estamos llamados no es un nuevo viaje, sino el mismo en el que se embarcaron los primeros discípulos de Jesús y que vemos documentado en los Hechos de los Apóstoles. La idea no es experimentar una sola vez lo que es la sinodalidad, sino reflexionar cómo la Iglesia puede ser más consciente de su naturaleza sinodal en el tercer milenio.

Escuchar

El Papa Francisco nos recuerda que la autoridad en la Iglesia se deriva de la escucha constante a la voz de Dios y del pueblo. Los Hechos de los apóstoles nos dan ejemplos claros de cómo la primera comunidad cristiana estaba atenta a las necesidades de las personas y encontraba, por medio de la escucha atenta al Espíritu, cómo solucionarlas. Esto lo vemos claramente en la decisión de elegir diáconos para servir las necesidades de los pobres y las viudas. Esta escucha atenta evita que los apóstoles se conviertan en funcionarios y en vez sigan siendo fieles a su llamado a ser pastores.

El tipo de escucha que requiere el Sínodo es muy específico y exigente. Esta escucha requiere tiempo, humildad, apertura a la conversión y al cambio, discernimiento; también requiere el rechazo de estereotipos, prejuicios, clericalismo y la autosuficiencia. Esta escucha genera dialogo que puede convertirse incluso en discusiones, pero estas discusiones son una señal de docilidad y apertura al Espíritu según el Papa.

Caminar

La idea que el Pueblo de Dios es una comunidad que camina es algo muy antiguo. Desde las páginas del Antiguo Testamento vemos como el Señor siempre llama al movimiento. A Abraham lo llamó de su tierra a un país extranjero. Al pueblo de Israel lo llevó a Egipto y luego lo sacó de allí. Para el Papa, la idea de que la Iglesia es una comunidad que camina, es esencial. Él nos invita a que miremos la realidad de la Iglesia desde una “hermenéutica del peregrinaje,” con esto el Santo Padre quiere decir que el movimiento es la característica con la que juzgamos la fidelidad de la Iglesia a Dios. Sin peregrinaje, sin movimiento, sin caminar, la Iglesia se estanca. “no es bueno para la Iglesia quedarse quieta. El movimiento es el fruto de la docilidad al Espíritu Santo.”

El Espíritu mantiene a la Iglesia en movimiento, la llama a entrar en su misterio. Por eso es que, en la Iglesia, rigidez es una perversión, porque la rigidez restringe el plan de Dios a una manifestación especifica actual o al pasado y no deja que ese plan se manifieste de una manera paciente, profunda, extensa y visionaria. Un ejemplo de esa rigidez lo encontramos en los miembros de la naciente comunidad cristiana que no veían otra manera de ser cristianos que sometiéndose a la Ley de Moisés. La comunidad del Nuevo Testamento pudo caminar hacia el entendimiento de que sus nuevos miembros no necesitaban convertirse al judaísmo para ser parte de la Iglesia, abriendo así las puertas a todos los gentiles.

El Espíritu Santo

Si la Iglesia está atenta al Espíritu Santo y lo escucha, ella se embarca en un camino en el que el Espíritu es el que la dirige. Es el Espíritu el que evita que el sínodo se convierta en un parlamento y que las decisiones no sean solo una manifestación del deseo de la mayoría, sino realmente la voluntad de Dios. El Espíritu Santo mueve a la Iglesia y evita que se petrifique. Al mismo tiempo, Él guía a la Iglesia para que en ese caminar no se pierda.

Este camino al que nos está invitando el Papa es un llamado a ser fieles a Jesucristo, fieles a su mensaje a darle importancia al Espíritu Santo que es el que convoca, guía, y santifica a la Iglesia.

 

El padre Sergio Rivas Tamayo es Coordinador Arquidiocesano del Consejo Hispano de la Arquidiócesis de Chicago y es párroco en santos Genoveva y Estanislao Obispo y Mártir en el barrio de Belmont-Cragin.

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