Internacional

Después de la ira del huracán, arzobispo de Puerto Rico ve un renacimiento espiritual

Por Carol Zimmermann (CNS)
miércoles, noviembre 29, 2017

El productor católico de lácteos Gustavo Toledo durante una entrevista con un reportero de CNS cerca de las edificaciones destruidas de su granja el 22 de octubre en Hatillo, Puerto Rico. Foto: Bob Roller/CNS

BALTIMORE (CNS) – Casi dos meses después que los devastadores vientos y lluvias del huracán María golpearan la isla de Puerto Rico, todavía no hay un camino claro para la recuperación.

A pesar que parte de la energía y el servicio telefónico ya han sido restaurados y lentamente los suministros de ayuda están llegando, la limpieza y reconstrucción apenas comienzan.

“Sigues día a día, pero es abrumador y traumático”, dijo el arzobispo Roberto González Nieves de San Juan, Puerto Rico.

El arzobispo, que asistió a la asamblea de otoño de los obispos de Estados Unidos en Baltimore, está muy consciente del impacto inicial y continuo de la tormenta. Desde María, ha visitado 57 parroquias en su arquidiócesis y tiene 100 más para ir. Cada parroquia de esta arquidiócesis en el extremo noreste de la isla fue impactada por el huracán con daños que son desde mínimos hasta extensos.

Y en la medida que los católicos de Puerto Rico encuentran su camino a través de los restos y edificaciones parroquiales llenas de lodo y hogares sin techos mientras enfrentan cantidades mínimas de electricidad, alimentos y agua, dice que no han perdido su fe. Para muchos, su fe solo se ha profundizado.

“Las tragedias y las adversidades tienen cierta manera de fortalecer nuestra fe y nuestro sentido de espiritualidad, nuestra dependencia de Dios”, que también va de la mano con “un espíritu intensificado de compartir, de generosidad y solidaridad”, dijo. 

El arzobispo González, que vivió en Puerto Rico cuando era niño y que ha liderado la Arquidiócesis de San Juan durante 18 años, dijo que ha notado en algunas misas recientes que “los coros continúan cantando los himnos que estaban cantando antes pero con mucho más vigor y alegría”.

“En cierto sentido estamos siendo rejuvenecidos”, dijo a Catholic News Service el 13 de noviembre.

Él no está sorprendido por la manera en que las personas están cuidando de cada uno, o como él lo señala, “la cantidad enorme con la que se ha compartido y que todavía está tomando lugar” cuando la gente prepara comidas para los vecinos, por ejemplo, en estufas a gas.

También ha experimentado de primera mano esta preocupación en llamadas y correos electrónicos –una vez que pudieron llegar– de otros obispos, junto con donaciones y ofertas de ayuda para la reconstrucción. En la reunión de Baltimore, dijo que varios obispos le dijeron: “Estamos con ustedes y estaremos enviando ayuda”.

El arzobispo González y el obispo Herbert A. Bevard de St. Thomas, Islas Vírgenes de Estados Unidos –otra región que fue golpeada duramente por el huracán María– fueron invitados como observadores a la reunión de otoño de los obispos y fueron presentados por el cardenal Daniel N. DiNardo de Galveston-Houston, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

Puerto Rico, un territorio autónomo de Estados Unidos, tiene su propia conferencia de obispos católicos y participa en el consejo de obispos latinoamericanos, conocido como CELAM.

Durante la reunión de Baltimore, la hermana dominica Donna Markham, presidenta de Caridades Católicas de Estados Unidos, le dijo a los obispos que la agencia de ayuda había dado dos millones de dólares a comienzos de noviembre al padre Enrique Camacho, director de Caritas Puerto Rico, la afiliada de Caridades Católicas en la isla, y acababa de presentar un millón al obispo Bevard para cubrir necesidades para la recuperación.

Los fondos han sido distribuidos para vivienda de emergencia, comida, agua, suministros de limpieza, ropa, artículos de cama, pañales y otros productos necesarios para bebés. La agencia también ha desplegado 150 administradores de caso a las áreas abatidas por la tormenta para ayudar a la gente a navegar la tarea poco familiar de buscar asistencia.

El arzobispo González no niega que la isla puede utilizar ayuda monetaria, pero dijo que también necesita oraciones.

“Creemos en el inmenso poder y eficacia de las oraciones. Lo hemos sentido. He sentido el impacto de tantas oraciones. Hacen la diferencia”, dijo. “Hoy todavía estamos en modo de emergencia. Necesitamos agua, comida, ropa, necesidades básicas de vida. A largo plazo, necesitaremos asistencia para reconstruir hogares, iglesias, escuelas, techos”.

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