Estados Unidos

El padre Ismael Sandoval habla de su viaje misionero a El Paso Texas

Por Ely Segura
jueves, septiembre 30, 2021

El padre Ismael Sandoval (der.) y un estudiante hablan con una familia del otro lado de la barda en la frontera de Nuevo México. Foto: Cortesía Catholic Extension

Si nos fijamos bien en las actitudes de Jesús con respecto a quienes atraviesan por una dolencia, nos daremos cuenta de que su iniciativa fue siempre atender a sus reclamos más urgentes primero, como las enfermedades del cuerpo, y luego anunciarles la Buena Nueva del Reino. Esto es justo lo que hacen las personas de Catholic Extension hacia quienes sufren, y esta vez han querido compartir su carisma a través de un viaje misionero de inmersión a la zona fronteriza de El Paso, Texas, con Ciudad Juárez, México.

Este viaje misionero se llevó a cabo del 24 al 26 de agosto de este año, y contó con el cobijo de la diócesis de El Paso, Texas. Entre los invitados estuvo el padre Ismael Sandoval, pastor de la parroquia Santísimo Sacramento, del vecindario de McKinley Park, en Chicago. Con estos viajes se busca que los sacerdotes y líderes parroquiales tengan la oportunidad de vivir y compartir estas experiencias juntos a fin de avivar su espiritualidad, mejorar su ministerio pastoral y fortalecer los lazos de fraternidad entre las distintas comunidades de fe.

“Lo primero que hicimos al llegar a El Paso fue visitar un centro de detención de niños migrantes (hay tres de estos centros allá), y nos dieron un tour ahí” cuenta el padre Ismael. “Nos acompañó el Mons. Arturo Bañuelas, muy activa su parroquia (San Marco, en El Paso, TX). Pudimos ver que ahí los niños (de entre 2 a 17 años) están bien, les dan clases y están en un ambiente apropiado. La mayoría son centroamericanos, niños que casi no hablan español, sino sus distintos dialectos”.

Mons. Arturo José Bañuelas –quien además es el presidente del Instituto Fronterizo Esperanza (HOPE)– tuvo una participación importante en este viaje, pues compartió diversas historias de personas por las que han abogado allá en la frontera, mientras esperan que sus casos sean procesados.

“Al final del primer día del viaje Mons. Bañuelas nos comentó que los niños están ahí temporalmente, en un periodo que va de 15 a 30 días, que es lo que regularmente tarda el proceso, pero que desafortunadamente hay quienes duran meses allí, esperando a que un familiar lo pueda aceptar o patrocinar”, relata el padre Sandoval.

En el segundo día, los invitados tuvieron la oportunidad de viajar a Ciudad Juárez, donde pudieron constatar la presencia de personas deportadas a México y hablar con ellas. Más adelante, visitaron el Centro San Juan Diego y la colonia Anapra, en la misma ciudad, en donde varios voluntarios dirigen distintos programas después de la escuela para evitar la deserción escolar de los jóvenes lugareños o que sean reclutados en pandillas.

“Algo que me sorprendió bastante es que tenemos la idea de que todos allá en la frontera se quieren venir y que esperan que ´la migra´ se descuide para cruzar, pero la realidad es que muchos quisieran una vida ahí” reflexiona el padre Ismael. “Quieren estar con su gente, su familia, sus amigos, pero desafortunadamente por la violencia, la injusticia y el hambre, buscan otras formas de tener esperanza, de lograr una vida mejor para sí mismos y sus familias”.

Tras relatarnos sobre la satisfacción que le produjo ser testigo de la labor pastoral de las Religiosas de Asunción en la comunidad de Chaparral, el párroco de la Iglesia del Santísimo Sacramento concluye con estas palabras: “Aunque sabemos que Chicago es una ciudad de migrantes, a veces vemos estas historias como alejadas a nuestra realidad y no nos damos cuenta de nuestra responsabilidad con los menos favorecidos y de cómo podemos apoyar a estas organizaciones que velan por mejorar las condiciones por las que atraviesan estas personas. Hay mucho por trabajar e incluso aquí, entre nosotros mismos”.