El Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines ha restablecido recientemente su programa SPRED (Special Religious Development), un programa diseñado para ayudar a los niños con discapacidades del desarrollo en su camino de fe y ayudarles a encontrar una comunidad donde se sientan acogidos y comprendidos. Bajo la dirección de Judith Torres, Directora de Educación Religiosa del Santuario, y con la coordinación de Marlen Sjoeberg, el programa busca proporcionar a estos niños la oportunidad de conocer a Dios, recibir los sacramentos y formar parte activa dentro de la comunidad. El programa SPRED está diseñado especialmente para niños con discapacidades, reconociendo que cada uno aprende de manera distinta. Judith Torres explica que SPRED no solo se enfoca en enseñar sobre la fe, sino en hacer que los niños experimenten la presencia de Dios a través de la paz y los símbolos. “Muchos de nuestros niños comienzan el programa sin conocer su fe. El objetivo es que, aunque no puedan ver ni tocar a Dios, sientan Su presencia”, menciona Torres. “Los niños con discapacidades tienen derecho a vivir su fe como cualquier otra persona. Queremos que se sientan bienvenidos en la Iglesia, que participen en la misa, y que sus familias también encuentren apoyo en su camino de fe”. El programa SPRED fue introducido en el Santuario en 2008, pero fue enfrentando desafíos a lo largo de los años debido a la falta de recursos y voluntarios. Sin embargo, en 2024 Judith Torres vio la necesidad en la comunidad y decidió retomarlo. “Existen muchas familias que necesitan este tipo de acompañamiento” dice. “Contamos con los recursos y la estructura para hacerlo, así que decidimos comenzar de nuevo”. Para garantizar el éxito de este relanzamiento, el programa cuenta con el respaldo del centro de SPRED, que proporciona capacitación especializada a los voluntarios. Durante seis semanas, los participantes reciben formación para acompañar a los niños de la mejor manera posible, asegurando que cada uno pueda vivir su fe de manera significativa. Marlen Sjoeberg, coordinadora de SPRED en el Santuario, expresa su alegría por formar parte del programa. “Me siento bendecida por Dios de poder estar aquí. Este programa realmente ayuda a los niños. Es maravilloso ver su progreso desde que comienzan hasta que finalizan el programa. Sus rostros reflejan felicidad”. Pero el impacto de SPRED no se limita a los niños; también transforma a sus familias. Muchos padres, inicialmente reticentes, descubren la belleza de la fe vivida por sus hijos. “Algunos padres tienen dificultades para aceptar que su hijo tiene una discapacidad, pero cuando ven cómo su hijo crece en la fe, también comienzan a fortalecer su propia espiritualidad”, comenta Torres. El programa no solo acerca a los niños a Dios, sino que invita a las familias a profundizar en su vida de fe. SPRED no es solo una iniciativa local. A nivel arquidiocesano, SPRED es una red extensa con 115 centros en la Arquidiócesis de Chicago, de los cuales la mitad funcionan en español. Joseph Quane, director ejecutivo de SPRED en la arquidiócesis, menciona que cada vez más parroquias están solicitando la apertura de grupos de SPRED, lo que refleja la gran necesidad de estos espacios en la comunidad. “Este año capacitamos a 150 catequistas, y el 70% eran hispanohablantes”, destaca Quane. Además, SPRED organiza liturgias arquidiocesanas dos veces al mes, donde toda la comunidad es bienvenida a celebrar la fe juntos. El enfoque de SPRED no es solo la educación religiosa, sino la creación de una comunidad de fe donde niños con discapacidades puedan desarrollarse y a la que puedan sentir que pertenecen. “No solo es sobre aprender, sino sobre formar amistades, crecer en comunidad y fomentar un sentido de pertenencia”, explica Quane. El renacimiento de SPRED en el Santuario es un testimonio de esperanza, inclusión y amor. Con cada sesión, con cada sonrisa de un niño, se confirma que Dios está presente, acompañando a todos en este viaje de fe. Gracias al compromiso de la comunidad, SPRED seguirá iluminando el camino de muchas familias, brindándoles esperanza, inclusión y un sentido de pertenencia en los años venideros.