Área de Chicago

La Hna. Norma Pimentel habla sobre la respuesta de la Iglesia a las necesidades de los migrantes y las comunidades fronterizas

Por Redacción Católico
martes, abril 30, 2024

Hna. Norma: arte y servicio humanitario en la frontera

La tarea de la hermana Norma Pimentel es ampliamente conocida no solo en el Valle del Río Grande, en Texas, sino internacionalmente por el mismo papa Francisco y por organizaciones de derechos civiles en todo el país.
La Hna. Norma Pimentel habla sobre su arte en la Catedral del Santo Nombre el 15 de abril. Foto: Karen Callaway/Católico
“Para mí los chiquillos reflejan mucha ternura. La realidad del inmigrante actual se refleja en el niño” dijo la hermana Norma. Foto proporcionada.
“Para mí el arte es algo con lo que Dios me bendijo” dijo la hermana Norma a Católico. Foto proporcionada.
“La madre con su hijo, me recuerdan mucho a María y Jesús. Las madres que vienen de tan lejos vienen cargando a sus hijos” comentó la Hna. Norma. Foto proporcionada.

La tarea de la hermana Norma Pimentel es ampliamente conocida no solo en el Valle del Río Grande, en Texas, sino internacionalmente por el mismo papa Francisco y por organizaciones de derechos civiles en todo el país.

La hermana Norma es directora ejecutiva de Caridades Católicas en el Valle del Río Grande, pero es también ampliamente conocida por encabezar un programa de albergue y comida que distribuye fondos federales a las agencias locales que ayudan a los más necesitados del área.

Una acción que llamó la atención del mundo fue su respuesta rápida ante la crisis de migrantes centroamericanos que cruzan la frontera sur de este país en busca de asilo, al establecer el centro de alivio humanitario en la iglesia del sagrado Corazón, en McAllen.

La hermana Norma estuvo de visita en Chicago el 15 de abril para el evento “Cuida a mi pueblo. La hermana Norma Pimentel, misionera de Jesús, sobre arte y migración” donde, además de hablar de su trabajo con la comunidad migrante, discutió su faceta menos conocida, como pintora.

Antes de su visita, la hermana habló con Alejandro Castillo para el programa “Misa y más” de Chicago Católico. Allí, comentó lo que significa para ella ser parte de la Iglesia católica en el Valle del Río Grande, donde ella nació.

“Soy nativa del Valle” dijo y destacó que para ella es importante dar una respuesta al pueblo necesitado. “Creo que es parte de lo que yo soy como religiosa” agregó, “mi comunidad, las Misioneras de Jesús, eran hermanas de la calle, así se les conocía porque les gustaba visitar, tocar la puerta, conocer a las familias y ofrecer asistencia, tanto en su vida espiritual como en su vida diaria”.

Ese es el trabajo que la llena, “ser ese puente mediador para brindar ayuda a nuestras familias aquí en el Valle, especialmente las más vulnerables”. 

“Lo que hacemos en Caridades Católicas es responder a las necesidades que vemos de urgencia en nuestra comunidad” dijo la hermana, “y una de ellas es conseguir fondos para poder ayudar a las familias que están batallando para pagar renta, agua, luz, cosas así”.

Esa es una de las áreas primordiales que necesitan asegurar, dijo. “Si hay dinero del gobierno que nos dan para ese propósito pues hay que asegurarnos de recibir eso para que estas familias no terminen luego en la calle, no pierdan su casa. Esa ha sido una de las grandes áreas en que ponemos énfasis, además de la comida, asegurar la manera de proveer comida a familias que están luchando para dar de comer a sus hijos”.

“Nosotros aquí en el Valle sufrimos mucho de tempestades” agregó la hermana, “cuando llueve un poco todo se inunda, especialmente las áreas más pobres. Si hay un huracán o lluvias frecuentes mucha gente sufre, y hay áreas en particular que sufren más. Entonces, desde un principio, yo, nomás iniciando esta nueva capacidad que tenía (en Caridades Católicas), iba a una colonia bastante distante en el área de Oakton, y al norte de Edimburgo”.

Allí, dijo la hermana se avocaba a ayudar a la gente que sufría. “Entonces, junto con personas de otras iglesias nos unimos, y encabezando yo este nuevo grupo de personas, que éramos locales, empezamos a ver qué era lo que hacía falta, y quién iba a hacer qué”.

Centro de respiro

Se le pidió a la hermana que hablara sobre el centro de respiro en McAllen.

“Realmente desde 2014 iniciamos en la iglesia Sagrado Corazón, pedimos el salón parroquial por un par de días y resultó que estuve allí tres años” dijo. “No me podía ir siquiera un par de días, porque la gente seguía viniendo y hacía falta una respuesta para recibir a los migrantes que la patrulla fronteriza estaba deteniendo, procesando y determinando que podían permanecer y continuar un proceso legal en Estados Unidos para buscar asilo político”.

“Les daban permiso de continuar, pero los dejaban así nomás a las puertas de la estación de autobuses” continuó. “Fue cuando nosotros tomamos la iniciativa de traerlos a Sagrado Corazón, y en el salón parroquial se corrió la palabra y todo mundo quería ayudar: familias, restaurantes, universidades, todas las iglesias nos unimos, formamos una comunidad, una iglesia en conjunto”.

Contó la hermana que el migrante que llegaba se encontraba en circunstancias desastrosas, “todo sucio, lodoso, los niños llorando, deshidratándose por el calorón que hacía, necesitaban comer, bañarse, y conectarse con sus familiares para que pudieran continuar su viaje con más seguridad”.

Después de tres años, el centro de respiro se mudó a un edificio frente a la estación de autobús, con capacidad para 1500 personas. “No es un albergue, no es un refugio” aclaró la hermana; “no esperamos que se queden aquí muchos días. Algunas veces, una persona se queda tal vez dos o tres días más, la idea es acogerlos inmediatamente, ayudarlos en lo más inmediato que necesitan, comer, limpiarse, bañarse, cambiarse la ropa, ver si están lastimados, para que un doctor los atienda y seguir su camino, eso es todo”.

El arte

“Para mí el arte es algo con lo que Dios me bendijo” explicó la hermana cuando se le preguntó por su afición a la pintura. En sus cuadros aparecen a menudo niños y mujeres que pasan por el centro de alivio. “Para mí los chiquillos reflejan mucha ternura. La realidad del inmigrante actual se refleja en el niño, la madre con su hijo, me recuerdan mucho a María y Jesús. Las madres que vienen de tan lejos vienen cargando a sus hijos. Cuando van entrando muchas veces les tomo una foto para captarlo, dibujarlo. Pinto también flores y pájaros, que a mí me inspira mucho la naturaleza, y cuando no tengo chiquillos ni mamás que pintar”.

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