La XVIII Posada Anual por la Reforma Migratoria se llevó a cabo, como cada año, por las calles del centro de la ciudad, convocada por la Arquidiócesis de Chicago. Entre los participantes estuvieron miembros de Sacerdotes por la Justicia de Inmigrantes, Hermanas y Hermanos de Inmigrantes, miembros de la Pastoral Migratoria, activistas y feligreses provenientes de diversas parroquias.

Los peregrinos siguieron la ruta tradicional, que comenzó en la sede de la oficina local de Servicios de Inmigración (USCIS) en 101 West Congress Parkway/ Ida B. Wells Parkway. De allí se trasladaron al Centro Correccional Metropolitano, en donde se rezó el rosario en distintos idiomas, luego siguió su curso hacia la Universidad DePaul –a efecto de pedir posada educativa para los dreamers–, luego a la Plaza Federal, donde se pidió una reforma migratoria integral. Concluyó la posada en la parroquia St. Peter´s, para simbolizar el refugio de la Iglesia.

Esta Posada se ha estado organizando desde 2005. Elena Segura, directora asociada de la Oficina de Dignidad Humana y Solidaridad y coordinadora senior para inmigración de la Arquidiócesis de Chicago, ha dicho que continuarán organizándola año tras año: “¿Quiénes son los José y María modernos? Son nuestros hermanos y hermanas inmigrantes tocando a la puerta de este país para tener albergue”.

En la primera estación, se rezó el rosario en inglés, español, polaco, italiano y luganda, con una proclamación, con una proclamación del Evangelio a cargo del obispo Daniel Turley, O.S.A., del Midwest Augustinian Province. En cada estación, los peregrinos hicieron oraciones especiales, canciones y reflexiones.

“Como se ha hecho por generaciones en Chicago” dijo el cardenal Cupich en un comunicado, “la Iglesia católica ha estado a la altura y ha abierto sus puertas a los inmigrantes, conforme arriban a nuestra ciudad en busca de seguridad, albergue y acompañamiento”.

“A medida que respondemos a las necesidades actuales en nuestra ciudad” continúa el mensaje del cardenal, “seguiremos respondiendo el imperativo evangelio de abrir la puerta y dar la bienvenida al extranjero”.