Área de Chicago

Laicos y religiosos hispanos recuerdan al padre Donald Headley

Por Ely Segura
martes, agosto 31, 2021

En la Misión San Miguelito, en Panamá, el padre Headley aparece de pie, al extremo izquierdo. Foto: Cortesía de Joseph Cardinal Bernardin Archives and Records Center

El pasado 16 de julio la iglesia de Chicago se vistió de luto con la partida a la casa del Padre de uno de sus grandes pastores, el padre Donald Headley, quien sirvió a esta arquidiócesis como sacerdote durante 63 años.

La vida sacerdotal del padre Donald estuvo muy cerca de la comunidad hispana, tanto en su papel como director de distintos comités para hispanohablantes, o su participación en la Misión San Miguelito en Panamá (1968-1980), experiencia que consolidó su compromiso con el pueblo hispano, así como también por su misión pastoral por quince años en la parroquia Nuestra Señora de la Merced, en el vecindario East Albany Park, cuya labor allí le mereció el título de pastor emérito en 2002.

En Católico hemos querido dar voz a quienes lo conocieron, y a continuación sus testimonios:

 

El padre Donald fue el primer sacerdote que conocí en Chicago cuando llegué en 1965. Él estaba encargado de la oficina hispana de la Arquidiócesis, y se encargaba de impartir los Cursillos de Cristiandad. Viví la experiencia con él. Prácticamente, el ministerio hispano aquí en esta ciudad comenzó allí, y con su deseo de que los hispanos vivieran su fe católica. Con el Movimiento Católico Hermanos de la Familia de Dios —del cual él era uno de los fundadores—, su misión era crear líderes y crear comunidad.

Era una persona llamada al contacto con el pueblo, motivando a que los laicos fueran líderes. Promovía su participación en la Iglesia. Yo tuve la dicha de visitarlo en Panamá (en los setenta) y allí él hizo lo mismo. Llegaban gente de todos lados para escucharlo. Quedé sorprendida de ver tantas diferentes comunidades que lo buscaban.

El P. Donald nunca se creyó el jefe, el que manda, sino que motivó al liderazgo. Era un buen pastor que cuidaba a sus ovejas y las multiplicaba al liderazgo. Esa fue la herencia que me dejó.

Hermana Dominga Zapata, de la congregación Hermanas Auxiliadoras de las Almas del Purgatorio.

 

 

Conocí al padre Headley en los años sesenta, a través de los Cursillos de Cristiandad, y más adelante con los Hermanos de la Familia de Dios, movimiento en el que él participaba como uno de los formadores. El padre Headley me ayudó a entender —o, mejor dicho, a descubrir— lo que significaba ser Iglesia; la convivencia, la hermandad, el servicio y los proyectos de Jesús para que el Reino de Dios llegara a nuestro mundo.

Fui ordenado diácono en los años setenta, en la década siguiente entré a colaborar en la Arquidiócesis en el Instituto de Liderazgo Pastoral como formador en el programa para diáconos hispanos. El padre Headley fue todo el tiempo apoyo y acompañante del programa y de los diáconos. Más tarde apoyó a otros institutos que se crearon allí, como Catequesis y Liturgia.

La Iglesia ha perdido a un miembro muy valioso y la comunidad hispana a un hermano.

Diácono Enrique Alonso.

 

 

Desde el inicio del programa de becas que lleva el nombre de Mons. Óscar Romero, la Universidad Catholic Theological Union (CTU) encontró en el padre Donaldo un párroco que compartía la visión y el compromiso de fomentar el liderazgo hispano laical en la arquidiócesis de Chicago.

El padre Donaldo recomendó y apoyó incondicionalmente a Teresita Pérez, una de las primeras becarias, quién llego a ser la primera en titularse de CTU por medio de este programa, y quien en ese entonces laboraba como laica profesional en la parroquia de Nuestra Señora de la Merced, en donde el padre Donaldo fue párroco.

Tuvo una larga trayectoria pastoral y académica. A través de los años, los directores de este programa encontraron apoyo en el P. Donaldo como presentador en sesiones de formación y en su compromiso como miembro de la Junta Directiva del programa. Además, nunca dejó de promover el programa ni de recomendar a nuevas personas. Siempre fue también muy generoso económicamente, habiendo efectuado últimamente un donativo durante este tiempo de pandemia, a sabiendas de que nuestros becarios seguían su preparación y el apoyo financiero seguía siendo necesario.

Marco López, director del Programa de Becas Óscar Romero, de la Universidad Catholic Theological Union (CTU).

 

Para mí, el padre Donaldo fue un gran párroco; como feligrés siempre lo vi como un excelente sacerdote, preocupado por su comunidad, asegurándose de alimentar a su feligresía con muy buenas homilías en la misa dominical. A nivel personal, con mi familia compartió momentos muy importantes celebrando cumpleaños, bautizos y, por supuesto, nos acompañó en momentos difíciles de enfermedad. Siempre me impresionaron sus palabras de ánimo en los velorios, acompañando a las personas que habían perdido a un ser querido.

Con frecuencia nos recordaba que como Iglesia debíamos ser un signo de la presencia del Reino de Dios en el mundo, sobre todo viviendo los valores. Fue crítico de los antivalores como el sexismo, el racismo y el clasismo, procurando que todo eso fuera desterrado de la comunidad parroquial.

En la comunidad hispana supo inculturarse y aprender el idioma como cualquier hispanoparlante. Siempre estuvo comprometido con los olvidados de la historia, los pobres y los marginados, siempre con una visión amplia de la misión de la Iglesia en una pastoral de conjunto y colaborativa, sin fronteras, siempre consciente de que otro mundo es posible, sembrando la esperanza en la gente.

Martín Atilano, coordinador de Formación de la Parroquia José Sánchez del Río.

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