Área de Chicago

Declaración del cardenal Cupich sobre el asesinato de la oficial de policía de Chicago Ella French

Por Cardenal Blase J. Cupich
martes, agosto 31, 2021

Cientos de policías, bomberos y personal de emergencia asistieron con sus familias al servicio en honor a la oficial Ella French, asesinada el 7 de agosto. Foto: Karen Callaway/Católico

Para leer esta declaración en inglés por favor haga clic aquí

El 7 de agosto, miembros del Equipo de Seguridad Comunitaria del Departamento de Policía de Chicago detuvieron un vehículo por tener una placa vencida. Poco después, la oficial Ella French, de tan solo 29 años, recibió un disparo y fue asesinada por uno de los ocupantes del vehículo civil.

Otro oficial fue gravemente herido en el intercambio de disparos y permanece en condición crítica. Rezamos por él, por su familia y amigos, así como rezamos por la oficial French y su familia y amigos, mientras hacen frente a la terrible realidad de que su ser querido les fue arrebatado en otro acto de violencia sin sentido.

Solamente podemos imaginar su dolor, mientras los mantenemos en oración y estamos con ellos y con todo el personal de servicios de emergencia que arriesga su seguridad todos los días para proteger a nuestras comunidades y mantener la paz.

Ellos hacen esto en un contexto de una complejidad casi inimaginable. Una parada de tránsito se vuelve mortal en un instante. Una oficial muerta, el otro luchando por su vida. El supuesto tirador, de apenas 21 años. Otro sospechoso, según reportes, huyó de la escena, solo para ser detenido por los vecinos cuya valla saltó para huir.

Funcionarios federales dicen que el tirador obtuvo el arma que mató a la oficial French a través de una compra por intermediario (straw purchase) hecha por un hombre de Indiana que compró el arma en Hammond; porque su amigo no era eligible debido a sus antecedentes penales.

El grado en que tomemos en serio la epidemia de violencia con armas será medido por el esfuerzo que ponemos para librar nuestras calles de pistolas y armas de guerra ilegales. Cada día que nuestros oficiales electos fallan en instituir leyes de reforma de armas de sentido común; como revisiones universales de antecedentes y medidas severas a las compras por intermediario, es un día en el que fallamos como sociedad para defender el valor de toda la vida humana.

Del mismo modo, nuestro compromiso para proteger la vida será juzgado por el trabajo que pongamos para desarrollar el bien común y remediar la injusticia sistémica, no solamente a través de actos de caridad remota —hacer clic para donar, publicar en las redes sociales— sino también a través de actos indispensables de caridad cercana; dando alimentos a las personas con hambre, trabajando para conocer a nuestros prójimos necesitados, sin importar donde vivan.

Cometer actos de violencia contra personas inocentes nunca puede ser justificado. Pero eso no nos libra de la responsabilidad de comprender por qué dicha violencia plaga a nuestra ciudad y nuestra nación.

¿Cómo podemos entender tales tragedias cuando ninguna parece susceptible a la lógica? ¿Cómo podemos hacer la diferencia cuando la crisis parece tan enorme?

No se puede negar: Esta ha sido una temporada de insensatez en Chicago, con la violencia con armas en aumento y los tiroteos masivos convirtiéndose en un acontecimiento regular. Pero nunca podemos permitirnos entumecernos ante la injusticia; sin importar qué tan abrumadoramente común parezca. (Han habido más de 1,000 víctimas de tiroteos masivos en Chicago durante los últimos seis años).

Nos estremecemos cuando escuchamos del niño impactado por los disparos, ¿pero recordamos su nombre? Lloramos al oficial de policía asesinado, ¿pero vemos más allá del uniforme?

Estas preguntas no tienen la intención de condenar, sino de despertarnos del estado zombificado de polarización que cubre nuestra sociedad hoy. Elegimos bandos, incluso vecindarios, nos agrupamos con los que tienen ideas afines, nos cerramos a la conversación con aquellos que puedan estar en desacuerdo, extraemos significado del conflicto, y nos reunimos en silos de política, cultura e incluso religión.

Esto no es lo que Dios quiere para su familia.

El hermano de la oficial French, Andrew, un veterano de la Guerra de Irak quería que comprendiéramos que la decisión de su hermana de unirse a la fuerza policial surgió de su compromiso con la justicia social. Y podemos ver la evidencia: según el tío de la niña, la oficial French llevó a una bebé de un mes y a su madre al hospital el mes pasado, después de que la bebé sufrió una herida de bala en la cabeza durante un tiroteo masivo en Englewood. El infante sobrevivió y se está recuperando.

Como le dijo Andrew French al Chicago Tribune, “Mi hermana siempre ha sido una persona de integridad. Siempre ha hecho lo correcto incluso cuando nadie está viendo”.

Por supuesto, como lo sabe Andrew, Dios estaba viendo. Dios ve con los ojos de un padre amoroso. Incluso cuando estamos asolados por el dolor, sintiéndonos completamente solos, en el precipicio de la desesperación, Dios nunca nos abandona, porque somos sus hijos, todos nosotros.

Advertising