Área de Chicago

Las parroquias de la Arquidiócesis de Chicago pueden comenzar a reabrir para misas diarias y dominicales

Por Michelle Martin
martes, junio 23, 2020

Carl Grebenor toma la temperatura a una asistente a misa el 13 de junio en la parroquia St. Elizabeth Seton, en Orland Hills. Foto: Karen Callaway/Católico

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El proceso de reabrir las parroquias en la Arquidiócesis de Chicago no es sencillo, ni es breve.

Las parroquias en la Arquidiócesis de Chicago pudieron comenzar a abrir para las misas diarias y dominicales el 6 de junio, bajo los lineamientos emitidos el 1 de junio.

“Nuestra esperanza es que sea más bien una apertura suave, de tal manera que las personas se acostumbren a todos los protocolos y lineamientos”, dijo el obispo auxiliar Ronald Hicks, vicario general arquidiocesano. “Estamos pidiendo que nuestra apertura sea lenta, gradual, escalonada. No queremos hacer las cosas rápido. Queremos hacer las cosas bien”.

Las aperturas de la fase 2 permiten a las parroquias tener misas con no más del 15% al 20% de la capacidad usual de la iglesia —comenzando con un máximo de 50 personas— todas usando mascarillas y manteniendo la distancia social. Las parroquias deben establecer programas de inscripción o reservación en línea, tanto para garantizar que la asistencia sea limitada como para ayudar a los oficiales de salud pública con el rastreo de contactos si alguien después se enferma.

Esos registros deben ser destruidos 14 días después de cada misa si no se han necesitado.

Cosas como usar mascarillas, lavar y desinfectar las manos frecuentemente y mantener un rastreo de quién ha estado en dónde, son medidas de seguridad obligatorias en todo tipo de ambiente, no solo en la iglesia, señaló el obispo Hicks.

“Este es un cambio cultural”, dijo. “No solamente para nuestra iglesia sino para toda nuestra sociedad. En su mayor parte, las personas están deseosas de cooperar. Ellas quieren regresar a la iglesia, pero quieren hacerlo con seguridad”.

Con el fin de abrir para las misas bajo la fase 2, las parroquias primero deben haber abierto para las liturgias de la fase 1 o para la oración privada y adoración eucarística de la fase 1a por lo menos tres veces.

Los lineamientos fueron desarrollados en coordinación con todas las diócesis en Illinois por un equipo de trabajo de líderes arquidiocesanos que consultaron a oficiales de salud pública, especialistas en enfermedades infecciosas y obispos diocesanos para determinar cómo proveer los sacramentos a los fieles de una manera tan segura como sea posible.

Aun así, se ha dicho a las parroquias que recuerden a los feligreses que incluso con precauciones de seguridad establecidas, hay algo de riesgo al asistir incluso a una pequeña reunión en la iglesia, y que los católicos están dispensados de la obligación de asistir a misa los domingos o los días santos de obligación.

A las parroquias se les anima también a continuar transmitiendo en vivo las misas para las personas que no pueden asistir; y pueden considerar la celebración de misa con la congregación en sus autos en el estacionamiento, aunque no se supone que sea la norma.

En la fase 1 —que incluye los sacramentos de reconciliación, bautismo de infantes, matrimonio y misas de funeral— y la fase 1a — que permite la oración personal y adoración eucarística, el número de fieles o invitados en la iglesia estaba limitado a 10, aunque ese número puede aumentar a medida que la fase 2 es implementada.

Cerca de 100 parroquias fueron certificadas para la fase 1 para el momento en que se les permitió comenzar a abrir el 23 de mayo, y más de la mitad de las parroquias en la arquidiócesis tenían esa certificación para el 1 de junio, mencionó el obispo Hicks.

Todos los lineamientos y procedimientos para la certificación están disponibles en archchicago.org/coronavirus/reopening-training. El sitio web incluye una grabación de un seminario en línea de una hora que cubre las principales áreas, así como también enlaces a materiales sobre la configuración, gestión del tráfico en la iglesia y limpieza, así como también la resolución de conflictos.

Los voluntarios de la parroquia deben usar cinta adhesiva para mostrar a las personas dónde pueden o no pueden sentarse, dónde pueden hacer fila, y en cuál dirección caminar en los pasillos. También deben abrir las puertas con anticipación de tal manera que nadie más tenga que tocar las manijas y abrir las ventanas para ayudar a que el aire circule.

Para los sacramentos donde el sacerdote o diácono debe acercarse a los fieles, como la distribución de la comunión en una boda o misa de funeral o bautizar a un niño, el celebrante debe usar un protector facial de plástico o mascarillas y gafas, o tiene que haber algún otro tipo de barrera impermeable.

Las personas que reciben la comunión deben desinfectar sus manos cuando están a dos personas —12 pies— del celebrante y acercarse con la mascarilla puesta. Después de recibir la comunión en una mano, deben hacerse a un lado a por los menos seis pies, usar su otra mano para quitar la mascarilla, consumir la hostia y volverse a poner su mascarilla antes de regresar a sus asientos.

“Yo creo que algunas veces cuando las personas van a la iglesia, estamos en una especie de piloto automático”, señaló el obispo Hicks. “Eso va a cambiar”.

“Esto es ultimadamente un acto de hospitalidad”, dijo en el seminario en línea el padre Kenneth Simpson, vicario arquidiocesano para el desarrollo profesional y pastoral de los sacerdotes. “Puede parecer extremo, incluso severo, pero es una garantía de nuestro cuidado por el bienestar de nuestros feligreses y más allá”.

Todas las áreas de la iglesia y mobiliario usados por los fieles deben limpiarse y desinfectarse entre usos. Eso significa, por ejemplo, que un voluntario debe usar desinfectante para limpiar las sillas usadas para la confesión entre penitentes.

El obispo Hicks dijo que la arquidiócesis quiere dar la bienvenida a las personas de regreso a la mesa eucarística.

“Realmente hay un hambre sagrada allí y un deseo de reabrir, pero tenemos que asegurarnos de que es seguro”, mencionó.

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