Área de Chicago

El padre Gary Graf ayuna en solidaridad con los dreamers

Por Redacción Católico
martes, enero 30, 2018

El padre Gary Graf durante una misa en enero de 2013 en la parroquia de San Gall. Foto: Karen Callaway/Católico

El padre Gary Graf sabía que el domingo 14 de enero era una fecha especial. Ese día, durante la misa en la que se celebraba el cierre de la Semana Nacional de la Migración, se invitó a un grupo de dreamers.

Allí, el padre Graf comunicó que a partir de ese día comenzaba un ayuno para despertar conciencia sobre la dura situación que viven los dreamers; y en solidaridad con su situación de incertidumbre, mantendría el ayuno hasta el 5 de marzo, fecha fijada como límite por el presidente Trump para terminar el programa. 

El padre Gary Graf, quien es párroco de San Procopio y administrador de Nuestra Señora del Monte en Cícero, dijo que a partir del lunes, día de Martin Luther King Jr., se abstendría de consumir alimentos sólidos.

“Sentí que el Espíritu Santo me estaba exigiendo contar mi verdad” dijo el padre Graf en conversación con Alejandro Castillo, gerente general de Católico. Esa verdad, dijo el padre, es la vivencia, el acompañamiento que él ha tenido con la comunidad hispana por casi treinta años, desde 1989 cuando, por medio de un programa de intercambio diocesano, fue a trabajar a la diócesis de Chilpancingo-Chilapa en el estado de Guerrero, al sur de México.

La idea del padre Graf es llamar la atención sobre la situación de los  jóvenes traídos a los Estados Unidos ilegalmente cuando eran niños,  que crecieron y han hecho su vida en este país, contribuyendo a la economía y pagando impuestos. Dado que esfuerzos de legislaciones como el DREAM Act no se convirtieron en ley, el presidente Obama emitió en 2012 la orden ejecutiva conocida como DACA, con el fin de proteger de la deportación a los jóvenes que no han creado problemas y que se registraron con el gobierno federal. El año pasado, el presidente Trump rescindió esa orden, dando al Congreso un límite hasta marzo para aprobar un proyecto de ley que pueda proteger a los beneficiarios de DACA, quienes se encuentran en un estado de incertidumbre y ansiedad.

“En realidad la eucaristía es mi única comida” dijo el padre Graf, “y es una comida espiritual que me sostiene. Yo creo que por eso yo no he sentido los efectos de este ayuno.”

Cuando esta conversación tuvo lugar, el padre estaba en su día once de ayuno. “El ayuno es algo espiritual” dijo,  “y es una forma de oración que junto con la oración el espíritu manda al cuerpo. Yo sé que Jesús ayunó y sé que está conmigo de una manera muy íntima y eso es lo que me ha sostenido mucho.”

“Lo hago en solidaridad con los que también pasaron hambre cruzando fronteras” agregó. “Cuantas veces hubo quienes duraron semanas sin dinero, intentando llegar aquí para reunirse con un familiar, y pues estoy en solidaridad con ellos, con los sacrificios que ellos y ellas han hecho.”

El padre Graf ha dicho en los medios que no piensa poner en riesgo su salud. Afirmó a Católico que en su diócesis hay sacerdotes y religiosas que están luchando por justicia para los inmigrantes. “Me han dicho que están preparados y preparadas para que [esto] pueda continuar en cadena, tomar las riendas y seguir el ayuno. Entonces yo no soy creyente en un suicidio intencional y claro que no voy a llegar hasta ese punto en poner en peligro mi propia salud”.

“Pero lo estoy haciendo en una forma muy dramática simplemente para tener esta conversación” agregó, “para poder hablar con los medios de comunicación y contar mi versión de la verdad, que siento que es única por haber podido vivir en ambos lados.”

El padre agregó que la suya es una perspectiva no política sino moral. “Como sacerdote y como ciudadano puedo iniciar ese diálogo y hablar con esa confianza, porque puedo hacer lo que una persona que vive en la sombra no puede hacer. No estoy hablando por ellos pero estoy contando mi historia de lo que he vivido con ellos.”

Insistió el padre Graf que lo que busca es un diálogo honesto, abierto. “En muchas de las parroquias aquí en Chicago hay tres o cuatro idiomas. Y así nos cruzamos entrando y saliendo quizás en el estacionamiento.”

“Los parroquianos se ven pero no se saludan” dijo el padre al referirse de los feligreses provenientes de diferentes culturas. “No nos conocemos en la misma parroquia en la misma iglesia católica. Y lo que yo quiero es invitar a todos a que se saluden, se conozcan, escuchen su propia verdad. ¿Cómo llegaste?, ¿por qué llegaste, ¿que estás haciendo desde que llegaste?” dijo. 

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