Área de Chicago

Perfiles de la fe: Padre Carlos Arancibia

Por Ariane Moya
miércoles, septiembre 27, 2017

El padre Carlos durante misa en Inmaculada Concepción. Foto: Ariane Moya.

¿Podría contarme un poco de su niñez y donde nació?

Soy hijo de María Teresa Bermúdez y de Carlos Alberto Arancibia. Nací en Viña del Mar, Chile, un lugar costero donde hay mucha playa pero a diferencia de la costa de Centroamérica, el agua es fría y duelen los huesos. Nací en el año 1980 un primero de enero; mientras mi mamá celebraba el año nuevo vinieron las contracciones. Así que la tuve todo el año nuevo sufriendo porque yo nacía. Tengo una hermana por nombre Jessica que está casada con Sergio y una sobrina que se llama Catalina.  Mi familia materna es del campo, así que todos los veranos recuerdo que íbamos al campo a un lugar que se llamaba Colliguay. Recuerdo mucho andar a caballo, ir a bañarme al lago, estar en la naturaleza, subir la montaña. Siempre recuerdo la fogata con los amigos y primos por la noche.

¿Estuvo involucrado en su parroquia de niño?

Solo hice mi bautismo y la primera comunión en la parroquia, pero lo mío estaba en el colegio. En la escuela y en la secundaria estuve metido en el colegio y en los grupos pastorales. Si iba a misa no iba en mi parroquia iba en la misa del colegio, todo era el colegio San Antonio.

¿Cómo fue que usted discernió su vocación?

En el colegio había dos padres muy entretenidos. El padre Miguel Usabal, era un vasco digamos bueno para molestar, para echar chistes, era muy duro también. Cuando nos íbamos a confesar uno le decía, “Padre le falté el respeto a mi mamá”. Y él decía, “Qué te crees muchacho, que vas a hacer eso” y ¡pum! nos daba uno. Era muy simpático y todos nos queríamos confesar con él.

El otro, el padre Claudio Ríos Saavedra, era el que nos acompañaba en todo el proceso vocacional en retiros, salidas a acampar, de misiones, al monte, a la playa, él fue un personaje muy importante en mi vida. Ellos fueron los que de una manera mostraron una forma diferente de la vida religiosa y de la consagración a Dios que para mí resultó muy llamativa y fue lo que me hizo preguntar si yo podría ser como ellos.

¿Cuándo escuchó el llamado de Dios al sacerdocio?

Íbamos a un retiro al bosque, ya cuando estábamos terminando la secundaria y era subir una montaña, estábamos 5 días allí en el cerro y 3 días en silencio. Tú llevabas tu propia tienda, tus alimentos. Tenías que hacer tu fuego, todos separados y nadie podía hablar. Allí empecé el proceso vocacional más formal que me llevó a la vida religiosa como viatoriano y luego como sacerdote.

¿En qué consiste su vida como sacerdote?

Ha habido dos momentos. Primero como profesor: dirigir una escuela, acompañar a los jóvenes, asumir un rol de educador. Los recuerdo con mucho cariño porque mientras más se les exigía, parece que los muchachos te querían más. Eso fue en Chile. Aquí en Chicago soy sacerdote asociado pastoral. Es diferente porque me toca “estar”, la comunidad espera que uno esté, simplemente quizás en el saludo, otras veces en la dirección espiritual, cuando se organiza con Casa de Misericordia la entrega de alimentos, otras veces cuando vienen los jóvenes y quieren compartir un chiste o una dinámica, o tocar una canción en la guitarra. Dios me escogió desde mi miseria, y desde mi limitación, para ser ese alguien que facilite el encuentro con Él. 

¿Qué le gusta hacer en sus días de descanso?

Levantarme tarde. Todos mis días de descanso tienen una particularidad: aunque despierte temprano me levanto tarde. Tomo un café, me voy a correr, voy al gimnasio en algunas ocasiones, vuelvo a casa y me preparo verduras o algo muy saludable, solo ese día, los otros días me como todo lo demás, lo que no comí el miércoles. Me gusta ver series. Y ya por la tarde si se da la ocasión, salir a comer algo, compartir con algunos amigos, o simplemente salir a caminar.  Y me encanta ese día libre muy relajado para mí y muy divertido también.

¿Tiene algún pasatiempo preferido?

Cuando era más joven trataba yo de subir la montaña dos o tres veces por semana. Pero claro, tenía mejor condición física. Después me gustó leer, fue una obsesión. Y creo que leía como 15,000 paginas así por mi gusto y leía antes de dormir, me levantaba y leía, momento de descanso y leía, iba al baño y leía. Después andar en bicicleta, correr. Después me dio por ir con otro hermano de la comunidad que se llama Javier a visitar restaurantes, a comer comidas exóticas o lugares ‘trendy’. Hoy día me he obsesionado con unas series en Netflix. Me gusta también el jardín, limpiar de maleza, podar. Hoy creo que mis pasatiempos son más de viejitos. 

 

Advertising