Área de Chicago

Hermanas latinoamericanas construyen puentes durante un momento difícil

Por CNS
sábado, julio 1, 2017

El Cardenal Cupich se reunió con 50 hermanas religiosas (38 hermanas misioneras trabajando en 12 diócesis de Estados Unidos y sus 12 madres superioras) provenientes de América Latina el 25 de mayo. (Karen Callaway/Católico)

CHICAGO (CNS) — Treinta y cuatro hermanas latinoamericanas que están trabajando como misioneras en comunidades latinas pobres en los Estados Unidos se reunieron para un retiro y reunión de 10 días, del 19 al 28 de mayo, en Chicago. Ellas fueron acompañadas por sus madres superioras y, para un retiro vocacional durante el último fin de semana, por 20 jóvenes latinas interesadas en aprender más sobre la vida religiosa.

Trabajando en áreas marginadas en 12 diócesis, las hermanas mexicanas, puertorriqueñas, colombianas, venezolanas, guatemaltecas, salvadoreñas y hondureñas provienen de 12 órdenes religiosas y son parte del Programa de Intercambio de Hermanas Latinoamericanas - Estados Unidos. Catholic Extension se asoció con la Fundación Conrad N. Hilton para crear este programa.

Las hermanas latinoamericanas se acercan y ofrecen ministerio a las familias inmigrantes que hablan español, proporcionando liderazgo en educación religiosa, extensión comunitaria con trabajadores agrícolas migrantes, visitas a hogares, ministerio para la juventud y adultos jóvenes, orientación espiritual, promoción de vocaciones y otros ministerios.

Las hermanas están actualmente en su tercer año de esta iniciativa de cinco años.

Al dar la bienvenida a las hermanas a Chicago, el Cardenal Cupich se dirigió a ellas en español durante una reunión en la capilla de St. James de la Arquidiócesis de Chicago. El cardenal las bendijo y les dio las gracias por su gran regalo a la Iglesia en Estados Unidos.

Como canciller de Catholic Extension, el Cardinal Cupich ha sido instrumental para desarrollar y orientar el programa. Él pidió un favor especial a las hermanas: “Cuando se encuentren con nuestros hermanos y hermanas inmigrantes a lo largo del país, por favor compartan este mensaje con ellos de mi parte: Díganles que Dios está con ellos en este momento desafiante y que la iglesia nunca dejará de abogar por ellos. Díganles que su cultura e idiomas son bellos y que nos enriquecen. Y díganles que oraré a nuestra Madre María para que los proteja y cubra a ellos y sus familias en su manto.”

La hermana de Loera, miembro de la orden mexicana de Maestros Católicos del Sagrado Corazón de Jesús, que ahora trabaja en la Diócesis de Little Rock, Arkansas, dijo que, “Estamos escuchando, sufriendo, dando esperanza y compartiendo nuestras vidas con los inmigrantes. Nuestra mejor contribución es nuestro testimonio profético de unidad y alegría”.

A través de las asociaciones de Catholic Extension con universidades católicas de Estados Unidos, las hermanas en el Programa de Intercambio de Hermanas Latinoamericanas-Estados Unidos reciben varias veces al año extensa capacitación lingüística, cultural, teológica y pastoral. Al final del programa, regresarán a sus congregaciones en Latinoamérica.

La Hermana Brenda Hernández Valdés es una de tres Hijas de María Inmaculada de Guadalupe de México que trabaja en la parroquia St. Joseph en Williston en la diócesis de Bismarck, North Dakota.

Dijo que para ella el programa ha sido una gran oportunidad para crecer de muchas maneras, “como ser humano, espiritualmente y en mi vida apostólica. Este programa de Catholic Extension ha sido una bendición no solo para la gente sino también para nosotras, para cada hermana en el programa.”

“Antes de la llegada de las hermanas” dijo, “los trabajadores inmigrantes no tenían a nadie en las parroquias del área que hablará su idioma.”

Explicó que muchos de los trabajadores en los campos petroleros de North Dakota alrededor de Williston llegan solos. Algunos de ellos no tienen familiares o amigos. Todo el mundo necesita familia, y en nuestra iglesia, todo el mundo es familia, somos la familia de Dios. Durante el primer año de las hermanas en Williston, la Hermana Hernández dijo, la primera comunión de 25 niños hispanos también tuvo una reacción en cadena: algunos de sus padres no habían estado recibiendo la comunión porque no estaban casados. Cuando sus hijos le preguntaron por qué no fueron a la comunión, decidieron casarse en la iglesia.

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