Padre Claudio Díaz, Jr.

¿Quién se salvará?

jueves, septiembre 30, 2021

El pequeño pedazo de la tierra de Jerusalén ha sido cuna de tres de las religiones monoteístas más importantes del mundo. Esta tierra santa y enigmática ha enmarcado el judaísmo, el islam y el cristianismo en un espacio no mayor que el centro de Chicago. Las tres tradiciones miran hacia esta gloriosa ciudad de Jerusalén. Además de la política, la religión parece ser la fuente del conflicto.

Este conflicto, dolor y derramamiento de sangre es el resultado de creer que sólo un camino es el único camino para ir al cielo, alcanzar lo Divino, ir a Dios. Cuando pensamos así, lo que estamos haciendo es volvernos solo hacia nosotros mismos y negar que Dios puede hacer cosas maravillosas fuera de nuestra propia tradición religiosa. ¡Dios es más grande que cualquier cosa que podamos imaginar! No debemos limitar el poder de Dios. Olvidamos que una acción puede ser buena y piadosa sin que necesariamente la haya realizado alguien que pertenece a nuestra religión. Creer que hay una forma estricta de llegar a Dios es equivocado e infantil.

Infantil era la noción de los apóstoles en el Evangelio cuando se quejaban porque otros estaban echando demonios en el nombre de Jesús. Fueron testigos de un "extraño" que hacía un trabajo similar al de ellos y, sin embargo, él no era parte de su grupo. Lo consideraron sin licencia para predicar y querían silenciarlo. Jesús dejó en claro que todo lo bueno proviene de Dios y que hacer cosas buenas no está restringido ni limitado a una persona en particular, especialmente si se hizo en su nombre. Jesús rechaza esta mentalidad de club al reafirmar que Dios se mueve donde quiere y elige a quien quiere.

En este mundo y sociedad individualista, es fácil caer en el error de que sólo podemos hacer el bien a nuestra manera. La bondad en el mundo proviene de Dios y no de los hombres.

Incluso dentro de la Iglesia se puede ver esta noción de exclusividad. Todos hemos sido testigos de como la rivalidad insalubre ha afectado la vida en muchas parroquias. Y vemos divisiones entre las diferentes espiritualidades en la asamblea, los tradicionalistas, los moderados y los liberales, sin comprender que todos somos el cuerpo de Cristo. 

Los Evangelios nos dicen que cualquier persona de buena voluntad que haga lo mejor para seguir los pasos de Cristo es honra en el mundo. Por lo tanto, la degradación de los motivos detrás del gesto de caridad de alguien equivale a una envidia espiritual.

Como católicos debemos recordar que el Señor Jesús, nuestro Salvador, no sólo estableció una simple comunidad de discípulos, sino que constituyó la Iglesia como un misterio salvífico. También creemos que fuera de la estructura de la Iglesia se pueden encontrar muchos elementos de santificación y verdad. Esto incluye otras tradiciones religiosas. Por lo tanto, sin relativizar la salvación, debemos ver que a la larga todos trabajamos para el mismo Dios.
Que el Señor nos permita ver que no estamos trabajando unos contra otros, a pesar de las diferencias en nuestras tradiciones religiosas, sino con Él. ¿Dónde está la bondad, podríamos preguntar? La bondad es donde la damos y la bondad es donde la encontramos.

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