Padre Claudio Díaz Jr.

Las promesas de Dios

viernes, julio 2, 2021

Las promesas de Dios hacia su pueblo siempre se hacen realidad. Dios nunca promete algo que no pueda cumplir. Dios, en su generoso amor, se convierte en alimento para nosotros. La multiplicación de los panes y los peces tiene connotaciones eucarísticas. El evangelista identifica el tiempo, el lugar y las circunstancias del evento, dándole carácter verídico y real. Es como si él deseara darnos un anticipo de lo que sucedería en la última cena, primera eucaristía, las cuales como el milagro de la multiplicación se llevaron a cabo al caer el día, cuando comenzaba a acechar la oscuridad.

Cristo toma los panes, los bendice, los parte y los reparte. Este momento fue de inspiración a la iglesia primitiva y lo sigue siendo hoy en día a la iglesia actual. En la Eucaristía todos son invitados a ser alimentados, todos son atendidos y todos serán saciados. Este evento actúa como modelo para la iglesia de servicio. Jesús logra satisfacer el hambre de la muchedumbre con la ayuda de sus discípulos, sus líderes. El hizo que sus discípulos fueran parte de la solución. Jesús los retó a simplemente tener fe en lo que Dios podía hacer a través de ellos. Lo que comenzó como una insignificante porción de alimento se convirtió en un gesto abundante del Creador y Pastor, apoyado por aquellos que tenían fe.

Los panes y peces representan los recursos y el potencial que tenemos para hacer el bien. Este don puede ser nuestra habilidad de proveerle a un vecino algo que pueda necesitar, o saber escuchar la pena de una persona que ha perdido un ser querido, o lo disponibilidad de pertenecer a un ministerio u organización parroquial. En cualquier capacidad que seamos de servicio a los demás, estamos demostrando la compasión de Cristo hacia un Cristo. Ciertamente Cristo te necesita en tu parroquia para continuar haciendo el bien. Tus manos son las manos de Dios. La necesidad de obreros, de líderes, de trabajadores en todos los niveles en la comunidad de fe, de personas que compartan sus talentos, recursos y tiempo es imperante. Estas líneas son un llamado para que respondas al plan de Dios. Esta es una invitación para que también tú seas parte activa en asistir a Dios en la salvación del mundo. Desde tu realidad, generosamente comparte tus obras, vida y recursos para contribuir a tu Dios que quiere que todos nos salvemos.

Al celebrar la misa en estos días recordemos que nos reunimos alrededor del altar a recibir un don y a compartirlo. Solamente así podemos ser alimento para los demás. Solo así podemos ser Eucaristía...

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