Padre Claudio Díaz Jr.

¿Quién dice la gente que soy yo? ¿Qué dices tú? - Chicago Católico

viernes, septiembre 30, 2016

Una de las preguntas más provocadoras de los evangelios hecha por Nuestro Señor Jesucristo es “¿Quién dice la gente que soy yo?” Esta pregunta te obliga a demostrar que efectivamente conoces a Cristo. Comenzando de manera retórica abre la puerta a recibir concepciones generales sobre su persona.

Cuando una pregunta se hace de manera general, muchos dan su opinión en ocasiones sin comprender totalmente la naturaleza de la respuesta. Algunos hablan de lo que “otros” dicen o comentan, en ocasiones repitiendo información falsa, equívoca y sin fundamento. Otros dan su opinión en ocasiones no informada, deformada o simplemente sin substancia. Pero cuando la pregunta es directa hacia una persona en particular, hacia ti, no hay opciones de pretender que sabes. Tienes que decir la verdad. O sabes o no sabes. Es hablar desde la plataforma del corazón (la sabiduría), del saber (el conocimiento) y de la experiencia (la relación) dando testimonio de que efectivamente conoces a Cristo.

La pegunta de los evangelios sigue siendo vigente. Es una pregunta de dos mil años que continúa apareciendo en la voz de la Iglesia, en la voz de las escrituras e inclusive en la voz del mismo Cristo a través del pueblo de Dios. La humanidad todavía no comprende y lucha con dar respuesta. Todavía estamos viendo el cuadro pequeño de mis sentimientos, mis necesidades, mis preocupaciones sin expandir la visión, la mirada a lo que implica el tener fe. Fallamos en ver a Cristo en el hermano; en sus sentimientos, en sus necesidades, en sus preocupaciones.

Decimos que conocemos a Jesús. Sin embargo consultamos con astrólogos y pagamos grandes cantidades para que nos lean las cartas. Decimos que conocemos a Jesús y permitimos por ignorancia que nuestros hijos estén en pandillas. Decimos que conocemos a Jesús y caemos en excesos en nuestras fiestas con familiares y amigos. En momentos de crisis consultamos con hechiceros y toda clase de farsantes quienes por el precio correcto nos dirán lo que queramos oír.

San Pablo nos advierte que la fe sin obras es fe muerta. La fe tiene que verse en lo diario. El conocer a Jesús tiene que manifestarse en la lucha de la realidad cotidiana. Es abriendo el corazón y la mente a los misterios de Jesús como podremos descifrar la verdad de Cristo y llegar al conocimiento de su verdad en nuestras vidas. Es abrir nuestros labios para proclamar nuestra creencia en Jesús y abrir nuestras manos para que se conviertan en las manos de Dios. Conocer a Jesús es pensar como él, sentir como él, actuar como él. La pregunta de “¿Quién dice la gente que soy yo?” va de la mano con “¿Quién soy?” a la luz de nuestra fe. ¡Somos católicos! De ahí que nuestra fe no puede estar basada en nada ni nadie que no sea Dios. Es nuestra relación personal con Dios la que nos ayuda a discernir en un mundo que ha errado en tantas áreas. Es con nuestra fe, basada en una relación intencional, verdadera, enriquecida, clara y profunda con la cual encaramos aflicciones, decepciones, ansiedades y sufrimientos, reconociendo que solo en Cristo yace nuestra esperanza. Jesús… ¿Quién soy? ¿Quién eres tú?

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