Padre Claudio Díaz Jr.

Desde la Misión -Muchas puertas se pueden abrir con la misericordia

domingo, enero 31, 2016

En momentos en que nada nos puede llenar completamente, donde el peso del pecado nos abruma y somete, en donde no tenemos claro el sentido y la dirección de la vida, tenemos que ver que la misericordia de Dios es real. Todo en el mundo es pasajero; las modas, los estilos, la tecnología, la salud, el dinero… Todo lo creado por el hombre tiene esa cualidad temporal, ya que el mismo ser humano en su dimensión humana es temporal. A la luz de lo inseguro de varias realidades de nuestras vidas es posible que en ciertos momentos el ser humano se pierda.

Es en esta coyuntura donde la palabra de Dios en Éxodo 34, 5 nos exhorta; “El Señor, Dios es misericordioso y bondadoso, lento a la ira y pródigo en amor y fidelidad.” Nuestro Dios no cambia en sus convicciones. El simplemente quiere que la humanidad se salve. Aun cuando ella misma haga cosas, asuma actitudes y acciones que van en contra del dictamen de nuestro Padre celestial en un intento por sabotear su propia salvación, Dios no nos abandona. Él es misericordia y se asemeja al amor de la madre “que todo lo perdona”. Dios es eso y mucho más. Dios es prodigo, generoso y abundante en su salvación. No conoce fronteras ni limitaciones para el que acerque a Él con un corazón arrepentido.

Su misericordia es confiable. Nos dice San Pablo que “Si tú delante de Él, no eres fiel, Él permanecerá fiel porque no puede renegarse a sí mismo…” Dios no puede ir en contra de su naturaleza, la cual está basada en la verdad, la vida y el amor. De ahí que Él en su misericordia no puede ejercitarla un día y negarla otro. Él no cambia de acuerdo a las circunstancias, agendas personales o caprichos. En su corazón y en su mente sólo hay un deseo. Que el ser humano llegue a Él. De este modo nos proporciona momentos, espacios y signos que nos conduzcan a su corazón.

Nuestro amado Pontífice, el Papa Francisco, ha designado este año como el Año Jubilar de la Misericordia. En su libro mas reciente “El nombre de Dios es misericordia”, nos sugiere que la misericordia funge como antídoto al relativismo. El relativismo con su filosofía de que todo da igual, todo es lo mismo y todo resulta lo mismo produce heridas profundas como la disminución de la dignidad humana, la esclavitud a los sentidos y la inercia espiritual. Estas enfermedades pueden ser sanadas sabiendo que muchas puertas se pueden abrir si nos abandonamos al perdón, la misericordia y a la conversión. Busquemos aquello que nos permite ver el rostro de Dios: momentos de oración, introspección, la confesión, el gozo de saberse amado y salvado por Dios.

El Arzobispo de Los Ángeles, Monseñor José Gómez en su nueva columna semanal con el titulo de “Muéstranos al Padre” escribió en referencia a este al Año de la Misericordia como “una oportunidad para redescubrir el amor paternal de Dios hacia nosotros…” Vayamos hacia el Padre como hijos que somos confiados en la bonanza de su amor que nunca termina, que no tienen fin…

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