Monseñor Michael Boland

La violencia impacta todos los aspectos de la vida de un niño - Chicago Católico

lunes, octubre 31, 2016

En Caridades Católicas, nos unimos a todos los habitantes de Chicago en la profunda preocupación por el aumento de la violencia en nuestra ciudad y el creciente atrevimiento y descaro de los infractores. Muchos de nuestros sitios están ubicados en los mismos barrios que son testigos de estos actos atroces y entendemos muy bien el inmenso impacto negativo que tiene la violencia, sobre todo en los niños.

En la reunión anual número 99 de nuestra Junta de Asesores el mes pasado, Caridades Católicas publicó un informe técnico sobre el impacto de la violencia en los niños (puede encontrarlo por completo en inglés en www.catholiccharities.net/publications). Desarrollamos el informe porque aunque hay una gran cantidad de atención pública sobre los actos violentos en sí, no se ha prestado mucha atención al impacto de la violencia a largo plazo. Es importante que los funcionarios del gobierno, los líderes comunitarios, las personas de fe y todos los habitantes de esta ciudad, entiendan que cuando los niños presencian o son víctimas de la violencia, les puede afectar profundamente su bienestar emocional, físico y académico a largo plazo y pueden ellos mismos continuar el ciclo de la violencia. La comprensión de estos efectos es la clave para desarrollar una estrategia comprensiva para disminuir la violencia.

El informe técnico de Caridades Católicas, incluye detalles específicos de numerosos estudios de investigación, que muestran que la violencia impacta todo aspecto de la vida de un niño. La violencia está vinculada a problemas del rendimiento escolar y el juicio, la vulnerabilidad, el alto riesgo del abuso de sustancias, la victimización y las dificultades emocionales. El ser expuesto a la violencia es un factor de estrés y se ha relacionado con enfermedades crónicas como las enfermedades del corazón, el cáncer, el asma y los derrames cerebrales. La exposición a la violencia también está relacionada con problemas de la salud mental, como el trastorno de estrés postraumático, la ansiedad y la depresión. Adicionalmente, a medida que la exposición a la violencia aumenta, los jóvenes pueden llegar a ser ‘insensibles’ y a bloquear emocionalmente los actos violentos.

Presenciar o experimentar la violencia también se ha relacionado con la futura participación en actos criminales. Múltiples estudios han encontrado que jóvenes involucrados en el sistema de la justicia, experimentan índices significativamente más altos de trauma que los jóvenes que no han sido parte del sistema de la justicia, se estima que el 70-96% de los jóvenes involucrados en el sistema de la justicia, han experimentado al menos un evento traumático.

Mientras estos estudios son alarmantes, presentan un camino claro para la intervención. Cualquier estrategia para combatir la violencia en nuestras comunidades, debe incluir un plan para ayudar a los niños a enfrentar sus experiencias de manera positiva y proporcionarles alternativas para la vida en las calles. Debido a que la violencia se genera en comunidades pobres, donde hay una falta de recursos y no hay esperanza para el futuro, la prevención de la violencia también debe ser acompañada por estrategias para sacar a la gente de la pobreza.

El informe técnico de Caridades Católicas, proporciona varias recomendaciones para reducir los efectos de la violencia en los niños y mejorar la calidad de la vida humana en áreas desesperadas. Además de mejorar la aplicación de la ley y crear asociaciones entre todos los involucrados en la comunidad, una estrategia efectiva antiviolencia debe incluir una mayor inversión en los servicios de la salud mental y del comportamiento, como la terapia de trauma-informada, que enseña a los jóvenes y a sus familias tácticas para enfrentar experiencias negativas positivamente, para que no tengan efectos negativos en su comportamiento y su salud en el futuro; programas después de clase y durante el verano que mantienen a los jóvenes alejados de las actividades violentas y proporcionan una experiencia positiva que amplían sus perspectivas y les enseñan otro camino a seguir; actividades de formación profesional, capacitación laboral y oportunidades de educación, para ayudar a los jóvenes y a los adultos a obtener un empleo y romper el ciclo de la pobreza intergeneracional; programas eficaces de educación infantil, que preparan a los niños para el éxito escolar y reducen las posibilidades del abandono escolar en el futuro; proveer equipos de intervención durante una crisis y después de episodios de violencia, que promueven respuestas saludables a los traumas violentos y re-estabilizan la comunidad para reducir las reacciones de venganza; y programas de justicia restaurativos que se esfuerzan para cambiar los patrones de violencia en las comunidades.

Tomando medidas para reducir el impacto de la violencia comunitaria en los niños y ayudar a sacar a sus familias de la pobreza, debe ser parte integral de cualquier plan contra la violencia. Al traer ayuda especializada a las zonas con problemas, podemos empezar a sanar las heridas profundas y ofrecer la esperanza de la paz y un futuro más brillante para nuestros hermanos y hermanas en gran necesidad.

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