Estados Unidos

En la Arquidiócesis, este es el mes para reflexionar sobre la migración y los inmigrantes

Por Redacción Chicago Católico
jueves, diciembre 31, 2015

La Semana Nacional de Migración, se celebra cada año la primera semana de enero. Es promovida por la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB, por sus siglas en Inglés), y en ella se invita a la comunidad católica a “participar a través de la oración y la acción para tratar de aliviar las dificultades de los inmigrantes, y a reflexionar sobre la obligación que tiene la Iglesia de dar la bienvenida al extranjero” como escribe nuestro arzobispo Blase Cupich. Todos nosotros (no solo los católicos) estamos llamados a la solidaridad y la búsqueda del bien común.

La reflexión y la concientización sobre la realidad de la migración no es iniciativa de los obispos estadounidenses o de la Arquidiócesis de Chicago únicamente; el Papa Francisco habla frecuentemente sobre la realidad de muchos migrantes y refugiados en el mundo. En su mensaje para la jornada mundial del emigrante y del refugiado de este año el Santo Padre escribe: “La indiferencia y el silencio abren el camino a la complicidad cuanto vemos como espectadores a los muertos por sofocamiento, penurias, violencias y naufragios”. En su estilo pastoral de ver la realidad, el Papa nos recuerda que el sufrimiento de otros es nuestro propio sufrimiento y como católicos no podemos ignorar estas situaciones.

No podemos ignorar el hecho que más de 11 millones de personas viven con el miedo permanente a ser separadas de sus familias por la falta de una visa, o la desesperación de tener que esperar por más de 10 años a que un miembro de la familia pueda obtener un estatus legal. No podemos ignorar que el sistema carcelario ha encontrado la forma de lucrarse a costa de la encarcelación injusta de personas haciendo la detención y deportación de inmigrantes no una preocupación de seguridad nacional pero un negocio que usa la dignidad de las personas como un generador de dinero. No podemos ignorar a todas las familias que han quedado sin un papá o una mamá, niños y niñas que crecen en familias incompletas. No podemos ignorar los cientos de niños que han llegado a frontera huyendo de la violencia en los países de Centroamérica y son tratados como detenidos a la merced de un sistema que no funciona eficientemente. No podemos ignorar los más de 4 millones de refugiados que han huido de Siria y regiones cercanas desde el 2010. Muchos miles han muerto en el proceso, muchos otros luchan con el ritual diario de tratar de sobrevivir, son víctimas de la tiranía en sus países y de la tiranía de aquellos que no los quieren recibir.

El reto que tenemos los que hemos estado involucrados en el tema de migración es encontrarnos con la apatía e indiferencia de muchos. Algunos medios de comunicación y aspirantes a cargos públicos, usan la realidad de la migración con un interés político, económico o demagógico, pero rara vez hay un compromiso a defender la dignidad que todo ser humano tiene por ser creado a la imagen y semejanza de Dios.

La Semana Nacional de Migración nos ofrece la oportunidad de empezar el año informándonos con hechos no solo con discursos, sobre la realidad de la migración, nos invita a preguntarnos como nuestra fe puede ser una fuente inspiradora para un verdadero cambio, nos interpela a reconocer en el sufriente el mismo rostro de Cristo.

La Oficina de Asuntos para Inmigrantes de la Arquidiócesis de Chicago, ha preparado varios recursos para ayudar a la comunidad en este mes. Visite www.catholicsandimmigrants.org para educarse y aprender formas de involucrarse.

La migración no es el único tema que nos preocupa como pueblo de fe y habitantes de este país. Pero ignorar como la migración afecta la vida humana, es ser cómplices del mismo mal que ocasiona, como afirma Papa Francisco. No lo podemos ignorar.

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