Estados Unidos

Ayudar a prevenir el suicidio durante la estresante pandemia

Por Michelle Martin
jueves, septiembre 17, 2020

Altar de la iglesia Inmaculada Concepción, en Houston. Foto: James Ramos, Texas Catholic Herald/CNS

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Con la pandemia aumentando las tasas de depresión y ansiedad entre todas las poblaciones y especialmente en aquellos que luchan con enfermedades mentales, organizaciones como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y la Organización Mundial de la Salud han emitido advertencias de un aumento en las muertes por suicidio.

En el marco de septiembre como el Mes Nacional de Prevención del Suicidio, lo más importante que las parroquias e instituciones católicas pueden hacer para prevenir el suicidio es hablar de la salud mental, según las personas que ministran tanto a personas con enfermedades mentales y sus familias como a personas que han perdido seres queridos por suicidio.

“No tenemos un buen lenguaje para hablarlo”, dijo el diácono Ed Shoener de la diócesis de Scranton, Pennsylvania. “No solo en la iglesia sino en la sociedad en general. El estigma de hablar sobre eso a veces puede ser debilitante”.

La hija de Shoener, Katie, murió por suicidio hace cuatro años a la edad de 29 años. Ella había estado luchando contra el trastorno bipolar durante 11 años. Su obituario, que Shoener escribió, fue claro sobre cómo su enfermedad causó su muerte. Se hizo viral, convirtiéndose eventualmente en tema de una historia del Washington Post.

“Hablamos abiertamente de su suicidio y su lucha con la enfermedad mental”, dijo Shoener. “Y escuché de muchos miles de personas y de eso surgió un deseo y un interés en entrar en el ministerio para aquellos que sufren de enfermedad mental”.

Shoener ahora sirve como presidente de la Asociación de Ministros Católicos de Salud Mental (Association of Catholic Mental Health Ministers), una organización formada para ayudar a quienes están en la red del ministerio de salud mental y recibir apoyo mutuo. Entre las cosas que hace está la otorgación de subvenciones a parroquias, decanatos y diócesis que buscan comenzar o expandir ministerios de salud mental. Las solicitudes tienen una fecha límite del 30 de septiembre, dijo Shoener. Para más información, visite catholicmhm.org.

La Arquidiócesis de Chicago ha tenido por mucho tiempo una Comisión de Enfermedad Mental. El diácono Tom Lambert, quien es parte de esa comisión, está en la junta de la Asociación de Ministros Católicos de Salud Mental.

“Lo mejor que se puede hacer es comenzar un ministerio y hablar sobre el suicidio antes de que se convierta en una crisis en su comunidad” señalo Shoener.

Las parroquias que no están listas para comenzar un ministerio de salud mental pueden comenzar con pasos más pequeños, como incluir oraciones para personas con enfermad mental y por aquellos que han muerto por suicidio y sus familias en las oraciones de los fieles, mencionó Shoener.

Él también está escribiendo dos libros que serán lanzados por Ave Maria Press este año, Responding to Suicide: A Pastoral Handbook for Catholic Leaders (Responder al suicidio: un manual pastoral para líderes católicos) con el obispo auxiliar de San Diego John Dolan, capellán de la asociación y When a Loved Ones Dies by Suicide: Comfort, Hope and Healing for Grieving Catholics (Cuando un ser querido muere por suicidio: alivio, esperanza y sanación para católicos en duelo).

Ese libro está organizado en secciones breves, cada una con una oración al final.

Aunque los libros son recursos para aquellos afectados por suicidios que ya han ocurrido, Shoener y el padre Charles Rubey, fundador de Loving Outreach to Survivors of Suicide (Alcance amoroso a los sobrevivientes del suicidio) (LOSS, por sus siglas en inglés) de Caridades Católica de la Arquidiócesis de Chicago, dicen que hablar sobre los problemas de salud mental, incluyendo el suicidio, puede reducir el estigma y hacer más fácil para las personas buscar ayuda.

El programa LOSS incluye consejería, educación y grupos de apoyo para las personas que han perdido seres queridos por suicidio. Todo eso ha sido conducido por medio de plataformas en línea o por teléfono desde marzo, según Deborah Major, directora del programa LOSS.

El programa ha recibido más llamadas de lo usual, dijo Major, pero es muy pronto para decir si la tasa de suicidio de hecho ha aumentado durante la pandemia de COVID-19.

Aun así, los líderes quieren que las parroquias hagan lo que puedan para ayudar a las personas que están sufriendo y animarlas a comunicarse.

“Lo que las parroquias pueden hacer es trabajar para aliviar el estigma asociado a la enfermedad mental, alertar a las personas que la enfermedad mental es una enfermedad como cualquier otra, como el cáncer, enfermedad del corazón, diabetes, cualquiera de esas”, dijo Rubey. “Las personas tienen miedo de buscar ayuda debido al estigma asociado a la enfermedad mental”.

Eso no significa que nadie morirá por suicidio. Katie Shoener estaba siendo tratada por el trastorno bipolar durante 11 años antes de que muriera, señaló su padre. A pesar de que eventualmente la enfermedad la mató, él cree que su tratamiento extendió su vida durante varios años.

Shoener dijo que hay un rol para la oración en las vidas de aquellos afectados por enfermedades mentales, pero que la oración no puede reemplazar el tratamiento apropiado.

“Te da esperanza en medio de la lucha contra esta enfermedad, y te da fortaleza, igual que orar en medio del cáncer”, dijo Shoener. “Cristo esta allí en el medio de todo eso. Estoy seguro”.

A pesar de la constante creencia de parte de algunas personas de que aquellos que mueren por suicidio se han separado de Cristo, Shoener dijo que eso simplemente no es verdad.

Aunque el Catecismo de la Iglesia Católica claramente designa al suicidio como un pecado y dice que siempre está mal, también reconoce que la enfermedad mental, el sufrimiento y el miedo pueden mitigar la culpabilidad por el suicidio.

“La inmensa, inmensa, inmensa mayoría de las personas que se suicidan lo hacen por enfermedad mental”, señaló Rubey. “Ellos solo quieren acabar con el dolor. La gente piensa que es un acto cobarde o un acto egoísta. Para mí, es un acto de desesperación”.

“Nadie quiere morir por suicidio”, dijo Shoener. “Katie no quería eso. Ella estaba aterrada de ello. Pero la enfermedad mental hace que las personas crean que esa es la única cosa que pueden hacer. … Cristo está contigo y con la familia. No estas abandonado por Cristo. Tu ser querido no está abandonado por Cristo”.

Si usted o alguien que conoce está considerando el suicidio, llame a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio al 1-800-273-8255 o visite suicidepreventionlifeline.org.

Para información sobre LOSS, visite www.catholiccharities.net/GetHelp/OurServices/Counseling/Loss.aspx#About-LOSS-210.

Para más información sobre la Comisión de Salud Mental de la arquidiócesis, visite miministry.org.