Cardenal Blase J. Cupich

El reino de Dios está en medio de nosotros

viernes, julio 22, 2022

A menudo escuchamos reportes de noticias sobre el mal comportamiento en los aviones, sobre personas que se vuelven indisciplinadas e irritables, haciendo exigencias a la tripulación en cabina e incomodando al resto de los pasajeros al retrasar el vuelo o simplemente haciendo que el viaje sea desagradable. Yo tuve una experiencia muy distinta en un vuelo reciente.

Estaba completamente lleno y repleto de padres con sus hijos. Una madre hacía su mejor esfuerzo viajando con dos niños pequeños mientras cargaba a un bebé en sus brazos. Las personas fueron atentas con ella durante el vuelo y cuando aterrizamos, muchos se ofrecieron para ayudarla a obtener su equipaje del compartimiento superior. Una persona incluso sostuvo al bebé de la madre mientras ella desabrochaba a sus otros dos hijos para salir del avión.

Las personas estaban cansadas, el vuelo estaba retrasado, el espacio era reducido, pero las personas permanecieron calmadas, relajadas y generosas. No hubo ninguno de esos malos comportamientos que salen en las noticias.

Entre ahora y la fiesta de Cristo Rey el 20 de noviembre, escucharemos sobre algunas de las personas con las que Jesús se encuentra, que nos ayudan a comprender lo que significa creer que “el reino de Dios está en medio de nosotros”. A medida que Jesús se encuentra con varias personas, él los llama a ellos y a nosotros mientras escuchamos sus historias para descubrir lo que Dios está haciendo en medio de ellos, dentro de las circunstancias limitadas y las relaciones imperfectas de la vida humana.

Estas son personas comunes y corrientes que nos son familiares: el padre perdonador, Zaqueo, María y Marta, el Buen Samaritano, todos revelan cómo Dios está actuando en el mundo a través de ellos y en el momento presente. Es el tipo de cosas que vi en el avión. Personas comunes y corrientes que hacían su mejor esfuerzo en el momento, revelando así la manera en la que Dios actúa con ternura y misericordia hacia todos sus hijos.

Con mucha frecuencia se ha dado la impresión en la Iglesia de que la obra de Dios se revela solamente en el ministerio de los ordenados o en aquellos en las órdenes religiosas. Eso no es lo que Jesús nos enseñará durante estas semanas restantes en el año eclesiástico. Así como invitó a las personas en el Evangelio a creer que el reino de Dios está en medio de ellos, él nos ofrecerá a nosotros la misma invitación: al estudiante en la escuela de verano que se prepara para los exámenes, al graduado que comienza en un trabajo, a un padre que labora para ganarse la vida para la familia, a los enfermos confinados en casa, a la persona que perdió a un ser querido y está tratando de encontrarle sentido a la vida, al político desgarrado por tomar la decisión moral correcta. Y sí, a los pasajeros en un avión que rechazan la tentación de pensar en sí mismos, pero que en cambio disfrutan ayudando a una madre que cuida a sus hijos, agradecidos de que, aunque no llegaron a tiempo, llegaron todos juntos a salvo.

Presten atención durante estas semanas a las indicaciones de Cristo para dejar que el reino de Dios se abra paso en el mundo mientras respondemos a los desafíos en las circunstancias ordinarias de nuestras vidas, en las relaciones imperfectas, en las exigencias diarias y las situaciones limitantes que enfrentamos cada día.

Y no olviden estar atentos a esos actos de caridad muy especiales y de bondad entrañable en nuestra vida diaria que nos recuerdan que el reino de Dios está en medio de nosotros.

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