Cardenal Blase J. Cupich

Comité de Mujeres de la arquidiócesis responde al problema del clericalismo

viernes, septiembre 13, 2019

Tenemos la bendición de tener varios consejos y comisiones laicas, con los cuales cuento para que ofrezcan consejo y apoyo. Su colaboración me parece clave para el tipo de gobernabilidad compartida necesaria hoy en día en la iglesia. Uno de los grupos de los que dependo es el Comité de Mujeres de la Arquidiócesis. Este órgano consultivo representa a mujeres de todas las seis vicarías, y se reúne conmigo durante el año.

Como lo mencioné en mi columna del 10 de julio, les pedí a ellas consultar a mujeres en la arquidiócesis sobre el tema del clericalismo. Ellas encuestaron a 1,500 mujeres, haciendo tres preguntas: 1. ¿Cuál es su comprensión del clericalismo? 2. ¿Ha experimentado alguna vez el clericalismo personalmente? 3. ¿Cómo pueden los laicos ayudar a terminar el clericalismo?

Es importante que todos nosotros entendamos sus hallazgos.

Aunque casi la mitad necesitó ayuda para comprender el significado de “clericalismo”, una vez que fue explicado, cerca de dos tercios reportaron haber tenido una experiencia personal con el clericalismo.

Muchas asociaron el clericalismo con el abuso de menores de edad y el encubrimiento en los años pasados, ya que es allí donde los efectos del clericalismo y el dolor de por vida que infligió son más visibles. Las mujeres estaban más perturbadas por la histórica falta de respuesta a las víctimas por parte de la jerarquía, había muchas señalando que esta crisis pudo haber sido evitada si las mujeres hubieran sido incluidas en medidas de rendición de cuentas. Esta idea es sin duda cierta y debe permanecer como un punto de referencia mientras avanzamos con cualquier caso de abuso que involucre a clérigos, incluyendo obispos.

Más allá de la crisis de abuso, muchas mujeres hablaron de su experiencia del clericalismo en lo que se refiere a no ser escuchado o ser ignorado en la vida diaria de la iglesia. Algunos sacerdotes, señalaron, son muy buenos escuchando, pero otros no lo son. Estos sacerdotes, dijeron:

  • quieren tener la última palabra incluso en los detalles más pequeños de la vida parroquial,

  • pretenden ser la persona más inteligente en la sala o descartan el conocimiento de las mujeres en los asuntos de la iglesia,

  • opinan con autoridad sobre temas de los que no saben nada,

  • usan su autoridad para negar sacramentos, o

  • favorecen a aquellos feligreses que tratan al clero como si ellos siempre estuvieran en lo correcto.

Repetidamente, las encuestadas expresaron su opinión que debido a que las mujeres no tienen autoridad dentro de la iglesia, a cualquier nivel, sus talentos y sabiduría adquirida no son usados para beneficio de la iglesia. Esta marginalización se siente más agudamente por las mujeres que sirven en el personal pastoral, como administradores de iglesia o voluntarias o que tienen títulos universitarios superiores.

Al resumir este patrón desigual de cómo los sacerdotes tratan a las mujeres, una mujer señaló: “Aunque he tenido algunos pastores maravillosamente solidarios que han dado la bienvenida a mis dones y me han dado todas las oportunidades de contribuir a la vida parroquial, también he tenido pastores que prefirieron que fuera invisible”.

Terminar una cultura de clericalismo, muchos han señalado, comienza por escuchar a los laicos y empoderar sus voces largamente ignoradas, particularmente las de las mujeres y jóvenes adultos. Pero también significa terminar el tratamiento del clero como una casta privilegiada, y en cambio respetarlos como seres humanos, hombres falibles que comparten nuestra condición humana y conectan con las necesidades de la comunidad, al punto que todos entendemos que estamos aquí para ayudarnos los unos a otros a acercarnos a Dios y a cada uno.

Los sacerdotes deben estar dispuestos a hablar de esto en sus homilías, dijeron las encuestadas, y los pastores deben revisar cómo emplean los talentos de los laicos para que la toma de decisiones sea colaborativa. El rol de arriba hacia abajo del pastor debe ser repensado y restructurado, aconsejaron.

Institucionalizar la participación de las mujeres debe ser considerado, muchas argumentaron, señalando que siguieron con interés el estudio que el papa ha emprendido sobre mujeres diáconos. Dicho paso, de acuerdo con varias de las participantes en la encuesta, involucraría a las mujeres en bautizos y predicación, así como también proveyendo una posición reconocida de autoridad en la vida diaria de la iglesia.

Las mujeres que participaron en esta encuesta fueron firmes acerca de su amor a la iglesia y su esperanza por una mejor relación con el clero. Ellas quieren que sus sacerdotes caminen al lado de ellas y todos los laicos de una manera que exprese como todos los bautizados comparten el llamado a participar en el sacerdocio de Jesús.

El Comité de Mujeres de la Arquidiócesis observó lo alentadas que estaban por el papa Francisco, quien ha hablado con frecuencia de la necesidad de erradicar el clericalismo, bien sea que se origine con la autoimagen del clero o con los comportamientos deferentes de otras personas hacia el clero. Ellas son animadas cuando el papa, obispos, sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos reconocen al clericalismo como un pecado que socava la misión de la iglesia de ser un “hospital de campo” en el mundo. El comité concluyó su reporte: “cuando rechazamos juntos la tóxica cultura del clericalismo, podemos hacer el trabajo de ese hospital de campo: sanar heridas y calentar los corazones de los fieles”.

Estoy agradecido por la encuesta de mujeres en la arquidiócesis del Comité de Mujeres de la Arquidiócesis. Ellas han hecho a nuestra iglesia local un gran servicio, y espero con interés conversaciones continuas con ellas mientras asumimos la renovación de la iglesia a la que nos llama Cristo en nuestro tiempo.

Advertising