Con mucha tristeza nos enteramos del fallecimiento de la Señora Guadalupe Jiménez, el 7 de febrero a la edad de 64 años. Guadalupe Jiménez fue cofundadora de Carnicerías Jiménez en Chicago, un negocio que ha apoyado a este periódico desde nuestros inicios, por lo que queremos expresar a la familia nuestras condolencias, así como nuestra gratitud por su firme solidaridad a través de los años. Doña Lupe fue una inteligente mujer de negocios, pero también una profunda devota de la fe católica. Por medio del trabajo duro, ella y su esposo, José Jiménez, levantaron el negocio que hoy cuenta con varias sucursales en el área de Chicago. Sus padres Socorro y Efraín Bedolla la trajeron al mundo el 16 de marzo de 1957 en Chicago. Desde muy joven trabajó mucho, haciendo malabares para compaginar escuela, trabajo y su relación con su novio. En 1975, doña Lupe se graduó de la secundaria y se casó con el amor de su vida, José Jiménez. Ese mismo año, ella con 18 y él con 23 años, abrieron su primer negocio, Frutería Jiménez. Así, en equipo, siguieron trabajando para abrir su siguiente locación, Carnicerías Jiménez, el 8 de agosto de 1976. Tres días después dieron la bienvenida a su primer bebé, su hija Luz Maribel. Al año siguiente ya habían abierto su tercera tienda, en 4204 W. North Ave, donde todavía permanece. Con el tiempo, doña Lupe y su esposo iban a abrir numerosas locaciones y a ganar muchos reconocimientos nacionales y locales con su participación como empresarios y como ciudadanos. Desde sus modestos comienzos, doña Lupe y su esposo levantaron una empresa de comestibles que empezó con ellos dos solos y llegó a tener más de 400 empleados, entre ellos muchos que llegarían a convertirse en pioneros en la comunidad inmigrante mexicana. Once años después de dar la bienvenida a su primer bebé, doña Lupe y su esposo le dieron la bienvenida a su hijo, José III en 1987 y a su hija Lupita, en 1989. Como devota católica romana vivió su vida al servicio de los demás y fue un pilar significativo de la Arquidiócesis de Chicago. Fue mentora de muchos empresarios locales y de manera callada patrocinó organizaciones a lo largo de la ciudad, del país y en el extranjero, en el nombre de Dios Nuestro Señor. Como nunca pudo jubilarse, doña Lupe mantuvo hasta su muerte un rol activo en el negocio, que ahora estará a cargo de su esposo y sus tres hijos. A doña Lupe le sobreviven su esposo, don José Jiménez; sus hijos, Luz Maribel, Jose III y Lupita; sus nietos, Victorito, José Alejandro, Adriana Sophia, Camila Itzel; sus hermanos Patricio, Mario, Pepe, Octavio, Andrés; y su madre Socorro Bedolla. A menudo se decía que José y Lupe estaban cortados de la misma tela, pues compartían la misma devoción y fe en Dios, así como su responsabilidad hacia la familia y los amigos. Sus dotes de empresaria práctica eran equilibradas por sus modos encantadores, su gran amor por la gente y su enorme corazón. ¡Descanse en paz!