Área de Chicago

Los Premios Buen Samaritano reconocieron a quienes trabajaron desinteresadamente durante la pandemia

Por Redacción Católico
martes, noviembre 2, 2021

El cardenal Cupich durante la ceremonia de entrega de premios Buen Samaritano el 23 de octubre en la capilla San José, en Des Plaines. Foto: Karen Callaway/Católico

Como una manera de reconocer y agradecer a feligreses latinos que durante la pandemia fungieron como voluntarios, personal de emergencia y trabajadores esenciales, se realizó el 23 de octubre la entrega de premios Buen Samaritano. Organizado por el Consejo Hispano de la Arquidiócesis de Chicago, el evento se llevó a cabo en la Capilla San José del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en Des Plaines.

“Reconocemos a ustedes, pero también recordamos a todas las personas que no están aquí” dijo el padre Sergio Rivas, coordinador del Consejo Hispano, “pero que igualmente han trabajado mucho durante la pandemia de todas las formas. Este es un momento de oración y agradecimiento”.

El padre Rivas agradeció la presencia del cardenal Blase Cupich, así como de los obispos Robert Casey, Mark Bartosic, Jeffrey Grob, Kevin Birmingham y John Manz.

“Es un gran honor recibirlos en la capilla de San José”, dijo el Rev. Esequiel Sánchez, rector del Santuario de Ntra. Sra. de Guadalupe en sus palabras de bienvenida. “San José nos ayuda a construir la iglesia, nos ayuda a levantar las cosas, por eso dedicamos en su honor este hermoso lugar” agregó. Sánchez reiteró sus felicitaciones a los reconocidos con el premio: “Los felicitamos porque sentimos de gran corazón toda la labor que ustedes hacen por el bienestar de tantos hermanos y hermanas del área de Chicago y más allá”.

Después de la oración, guiada por el cardenal Blase Cupich, se leyó la primera carta del apóstol Sn. Pablo a los corintios. Se hizo posteriormente la lectura del Santo Evangelio según San Lucas 10:30-37 donde se ilustra la historia del Buen Samaritano.

Más adelante, en su homilía, el cardenal Cupich reflexionó sobre la imagen del Buen Samaritano.

“Noten que, en el Evangelio, a Jesús se le pregunta ‘¿quién es mi prójimo?’” dijo el cardenal, dirigiéndose a los asistentes en español. “Pero Jesús dice que esta es la pregunta equivocada, porque todos, especialmente los necesitados son mi prójimo. La pregunta que tenemos que hacer es ¿qué significa para mí ser prójimo de otros y del necesitado? Las personas que honramos esta noche son los Buenos Samaritanos de hoy, y nos ayudan a comprender lo que significa ser un prójimo” dijo.

El cardenal Cupich agregó que ser un prójimo significa hacernos vulnerables hacia los demás y permitir a los demás hacer exigencias sobre nosotros y sobre nuestro tiempo.

“Como el hombre del Evangelio, los reconocidos esta noche hacen de las necesidades de los que sufren su prioridad” agregó el cardenal. “Dan su tiempo, talento y tesoro, sin pensar primero en sí mismos, sino pensando cómo los demás pueden ser servidos y salvados. Así es como ama Dios”.

Se entregaron después los premios parroquiales a:

Mercedes Jacobo y Sagrario Soto, de la parroquia Reina de Todas las Naciones; José Negrete, de Santísimo Sacramento; Alfredo Trigo y Gaby Rosette, de Santísima Trinidad; Angelita Branch, de San José Obrero; Manuel Vázquez, de St. Aloysius; Leonorilda y diácono Robert Montelongo, de San Daniel el Profeta; Grupo Emaús, de San Donato; Nelson Alvarado y Claudia Alvarado, de Ntra. Sra. de la Merced; Bertín Jiménez, Claudio Serrano, Ana Santillán, José García, Domitila Alcántar, Irma Hernández, Belinda Cambrón, de San Jerónimo; Demetrio Baca y Estela García, de Sta. Genoveva y Sn. Estanislao Obispo y Mártir.

Se dieron después cuatro reconocimientos muy especiales a grupos e individuos que se destacaron por su trabajo y dedicación, de cuya obra se mostraron videos:

La despensa de alimentos de Santa Rita de Cascia y la capilla de Santa Clara de Montefalco, que bajo el liderazgo del padre Homero Sánchez, por organizar un ministerio de distribución de alimentos semanal para las personas más necesitadas de su comunidad durante los peores momentos de la pandemia.

María Arrez, de la parroquia Nuestra Señora del Rosario, quien tiene 28 años como directora de Educación Religiosa en parroquias a lo largo de la Arquidiócesis de Chicago. Arrez conformó un equipo para planear cómo continuar las clases de catecismo de la manera más segura posible. Casi de la noche a la mañana, los catequistas se familiarizaron con Zoom, Facetime y Google Classroom para reanudar su instrucción religiosa. El proceso de equipar e instruir a todos los estudiantes sobre cómo acceder a las clases virtuales llevó mucho tiempo y esfuerzo.

La Coalición para el Liderazgo Espiritual y Público, una organización que trabaja continuamente por la justicia y la transformación de las comunidades necesitadas, recibió un reconocimiento por su acción en dos momentos significativos durante la pandemia: El primero fue su trabajo con el presidente de la cámara de representantes de Illinois Emanuel Chris Welch para organizar y reabrir el Hospital Westlake en Melrose Park, después que fue cerrado luego de su compra en 2019. El hospital reabrió como un muy necesario centro asistencial de pacientes internos de COVID-19 en esta comunidad altamente latina.

En segundo lugar, se resaltó el trabajo hecho con sus miembros líderes, que son los dueños de la cooperativa de servicio de comida, propiedad de los trabajadores, llamada Living La Fiesta. Cuando comenzó la pandemia, las mujeres inmigrantes que lideran este negocio decidieron usar sus talentos, habilidades y recursos para producir miles de mascarillas fabricadas de manera sostenible. Todas las ganancias fueron directamente a apoyar a los hogares y familias de estas líderes inmigrantes.

Stephanie Mendoza, presidenta de la Asociación Nacional de Enfermeros Hispanos. Cuando Stephanie se recuperó completamente de COVID-19, buscó maneras de ayudar a otros. Participó en campañas de entrega de mascarillas y en la recolección, empacado y distribución de comestibles para otras personas afectadas severamente por la pandemia. Visitó comunidades golpeadas por la pobreza dentro de la ciudad de Chicago y ofreció como voluntaria su tiempo y experiencia profesional a clínicas de vacunación contra el COVID, así como actividades de regreso a la escuela.

“Que Dios los bendiga abundantemente en su servicio desinteresado” dijo el cardenal Cupich antes de la oración de despedida.

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