Área de Chicago

Durante la pandemia, Kolbe House asiste a personas liberadas para reincorporarse a la sociedad

Por Ely Segura
martes, mayo 5, 2020

El diácono Pablo Pérez deja donaciones el 4 de mayo en un hogar de transición que alberga hombres recién salidos de la cárcel. Foto: Karen Callaway/Católico

Kolbe House es un ministerio arquidiocesano que desde 1982 se dedica a acompañar pastoralmente a las personas detenidas en cárceles de Chicago y a sus familiares. Ante la crisis sanitaria por Covid-19, alrededor de un centenar de las personas que Kolbe House atiende han sido liberadas y están en proceso de reinserción social, pero varadas ante la falta de oportunidades laborales.

El diácono Pablo Pérez es el director asociado de esta organización ubicada en las instalaciones de la parroquia Asunción, en el vecindario Marshall Square, en 2434 S. de la Avenida California. Normalmente, él y un equipo de unos treinta voluntarios visitan cada semana la cárcel del condado de Cook, el Centro de Detención Temporal Juvenil (en el mismo condado) y la cárcel del condado de Lake, en Waukegan, para llevar la comunión, hacer estudios bíblicos y orar con los presos. En el lapso de unas tres horas los escuchan y les ofrecen consejos cuando éstos se los piden. “No hemos podido ir desde principios de marzo. Se nos ha hecho muy difícil porque nuestra labor principal es allí con ellos”, señala Pablo Pérez.

Según el diácono, la labor se ha duplicado en estas semanas de pandemia, puesto que han asistido –a través de su programa de reintegración– a alrededor de cien personas a quienes se les ha concedido la libertad (por cargos menores y con condiciones de salud no favorables) por la actual crisis sanitaria. “Los números de auxiliados aumentan porque cuando salen no tienen trabajo, salen a la nada, nadie está trabajando. Entonces es cuando necesitan más nuestro apoyo”, subraya.

Según medios nacionales, sólo en la Cárcel del Condado de Cook se registraron cerca de 250 casos de personas infectadas por Covid-19 a principios de abril y se presume que cerca de 1,300 detenidos (de los 4,500 que hay allí) han sido liberados de este centro desde principios de marzo.

La asistencia proporcionada por este ministerio en estos días está dirigida al apoyo en especie, que consiste en donación de alimentos, ropa, tarjetas para el transporte, tarjetas de Walmart y de Subway para que estas personas puedan comer unos días. Si bien quienes salen de estos centros son elegibles para recibir asistencia pública (como la Link card para asistencia alimenticia), estos beneficios tardan 30 días o más en recibirse, según cuenta el director asociado de Casa Kolbe.

Pablo Pérez expresa que su mayor preocupación es la escasez de recursos económicos para seguir apoyando a estos hermanos que se acercan. “Para ponerte un ejemplo, la semana pasada asistimos a una persona que estuvo detenida por 30 años. Ahora que ha cumplido su sentencia y está libre no tiene nada, no tiene familia ni casa ni medios de subsistencia. Está en un hogar de paso. Con él invertimos cerca de 150 dólares para asistirlo. No tenemos suficiente. Sólo recibimos el apoyo de la Arquidiócesis, no hay ninguna otra organización que nos ayude” revela.

Por las precauciones de salud, la dinámica laboral también ha cambiado en Kolbe House. Han reducido la colaboración de voluntarios y se procura que el contacto físico sea mínimo. Así que, en tanto las donaciones, estas se entregan en una bolsa en la entrada de la parroquia y el acompañamiento pastoral se hace a través de llamadas telefónicas, en las que se brinda escucha y guía para la reintegración en las actividades cotidianas. Mientras cinco voluntarios se encargan de organizar las bolsas y entregarlas, otros diez se encargan de las llamadas.

“Cuando uno de estos hermanos no puede venir y está muy necesitado de estas cosas, nosotros nos encargamos de llevárselas en donde estén”, comenta Pérez, quien añade que muchas de estas personas cuando salen no tienen familiares con quienes alojarse, por lo que tienen que hacerlo en refugios y estos ya están llenos por la situación en que vivimos actualmente. “Lamentablemente, habrá muchos que vivirán en la calle”, apunta.

Estas personas que recién reciben la libertad jurídica saben de Kolbe House ya sea porque habían sido visitados por sus miembros mientras estaban encarcelados o porque han sido canalizados por el departamento de corrección del condado de Cook, que tiene a bien informar sobre este ministerio a quienes lo necesiten.

Quienes se sientan llamados a apoyar esta causa pueden hacerlo orando y contribuyendo monetariamente o en especie (sobre todo con las mencionadas tarjetas, 15 o 20 dólares cuentan) a la dirección 2434 S California Ave., Chicago, IL. 60608, o dejando un mensaje al teléfono (773) 247 0070, para coordinar cualquier ayuda.

“En tiempos regulares, solemos celebrar una misa en nuestras instalaciones el primer sábado de cada mes para pedir por los encarcelados y sus familiares, a quienes apoyamos también con alimentos y pago de renta y otros servicios cuando el familiar encarcelado es quien solía proveer económicamente en el hogar”, comparte Pérez, quien se muestra agradecido por recibir esta oportunidad de socorrer a los hermanos en necesidad. “Voy con mis guantes y mi mascarilla y me encomiendo a Dios. Estamos haciendo su voluntad. Si no lo hacemos nosotros, ¿entonces quién lo hará? Siempre hay riesgos. Él, en su hijo Jesús, es quien nos dice: ‘Estuve preso y me visitaste; tuve hambre y me diste de comer’”, reflexiona.

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