Cardenal Francis George, O.M.I.

¿A qué vas a renunciar esta Cuaresma?

miércoles, febrero 29, 2012

Las reglas de Cuaresma sobre el ayuno de alimentos y abstenerse de comer carne se han reducido considerablemente en los últimos cuarenta años, pero los recordatorios para realizarlos permanecen en los días de ayuno del Miércoles de Ceniza y del Viernes Santo y en la abstinencia de comer carne todos los viernes de la Cuaresma. Más allá de estos sacrificios comunes que nos unen espiritualmente a la pasión de Cristo, los católicos eran y son animados a “renunciar” a algo voluntariamente por el bien de los demás. A menudo se trata de dinero que podrían haber sido utilizado para fines personales y en su lugar se da para ayudar a otros, especialmente a los pobres.

Este año, a la Iglesia Católica de los Estados Unidos se le dice que debe “renunciar” a sus instituciones de salud, a sus universidades y a muchas de sus organizaciones de servicios sociales. Este no es un sacrificio voluntario. Es la consecuencia de las muy discutidas regulaciones del Departamento Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés) que han sido presentadas y promulgadas para su aplicación a partir del 1 de agosto de este año.

¿Por qué una decisión administrativa del gobierno significa ahora el fin de las instituciones que se han construido a lo largo de varias generaciones de pequeñas donaciones, a menudo de los inmigrantes, y a través de los servicios de hombres y mujeres religiosos y otros que querían ser parte de la misión de la Iglesia en la curación y la educación? Los hospitales, las universidades y los servicios sociales católicos tienen una conciencia institucional, una conciencia formada por la enseñanza moral y social católica. Las regulaciones del HHS, ahora ante nuestra sociedad, harán que sea imposible para las instituciones católicas seguir su conciencia.

Hasta ahora, en la historia de los Estados Unidos, nuestro gobierno ha respetado la libertad de conciencia individual y la integridad institucional de todos los muchos grupos religiosos que conforman nuestra sociedad. El gobierno no las ha obligado a realizar o pagar por lo que su fe les dice que es inmoral. Eso es lo que hemos entendido por libertad de religión. Eso es lo que habíamos creído que estaba protegido por la Constitución de los EE.UU. Quizás fuimos tontos en creerlo así.

¿Qué pasará si las regulaciones del HHS no se derogan? Una institución católica, por lo que puedo ver ahora, tendrá una de cuatro opciones: 1) secularizarse a sí misma, rompiendo su conexión con la Iglesia, sus enseñanzas morales y sociales y la supervisión de su ministerio por el obispo local. Esta es una forma de robo. Esto significa que a la Iglesia no se le permitirá tener una voz institucional en la vida pública. 2) Pagar multas anuales exorbitantes con el fin de evitar el pago de pólizas de seguros que cubren los medicamentos abortivos, la anticoncepción artificial y la esterilización. Esto no es económicamente sustentable. 3) Vender la institución a un grupo no-católico o un gobierno local. 4) Cerrar.

En la discusión pública hasta el momento, se han hecho esfuerzos para aislar a los obispos de los fieles católicos, centrando la atención exclusivamente en los temas “reproductivos”. Sin embargo la acritud podría fácilmente centrarse el próximo año o el siguiente, en el suicidio asistido o en cualquier otra cuestión moral que pueda ser utilizada para distraer la atención del ataque a la libertad religiosa. Muchos reconocerán en estos movimientos una táctica que ahora resulta familiar en nuestra vida pública: los que no pueden ser absorbidos son aislados y después destruidos. Los argumentos utilizados son a la vez prácticos y teóricos.

Prácticamente, se nos dice que la mayoría de los católicos utilizan anticonceptivos artificiales. Hay razones médicas apropiadas, en algunas circunstancias, para el uso de píldoras anticonceptivas, como todos saben. Pero incluso si los anticonceptivos fueran utilizados por la mayoría de las parejas, única y exclusivamente para suprimir un posible embarazo, la conducta no determina la moralidad del hecho. Si se puede demostrar que la mayoría de los estudiantes católicos hacen trampa en sus exámenes, sigue siendo incorrecto copiar en los exámenes. Recortar la moralidad a la forma en que nos comportamos destruye la llamada evangélica a la conversión de la vida y al rechazo del pecado.

En teoría, se argumenta que hay voces católicas que no están de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia y por lo tanto, con los obispos. Siempre ha habido aquellos cuya fe personal no es adecuada para la fe de la Iglesia. Tal vez este es el momento para que todos vuelvan a leer los Hechos de los Apóstoles. Los obispos son los sucesores de los apóstoles; en conjunto reciben la autoridad para enseñar y gobernar, que Cristo concedió a los apóstoles. Los obispos no pretenden hablar en nombre de todos los católicos bautizados. Los obispos hablan, más bien, por la fe católica y apostólica. Aquellos que tienen esa fe se reúnen con ellos; otros van por su propio camino. Ellos son y deben ser libres de hacerlo, pero se engañan a sí mismos y a otras personas al llamar católicas a sus organizaciones.

Desde 1915, los obispos católicos de los Estados Unidos han predicado que la atención básica de la salud debe ser accesible a todos en una sociedad justa. Hace dos años, pedimos que cualquier instrumento que se elaborara para cuidar a todos, las enmiendas Hyde and Weldon and Church que restringen el financiamiento para el aborto y respetan la conciencia institucional continuaran siendo incorporadas a la legislación. Fueron excluidas. Así mismo, la presente reforma a la ley del sistema de salud no cubre secciones enteras de la población de EE.UU. No es universal.

La prestación de servicios de salud no debe exigir “renunciar” a la libertad religiosa. La libertad de religión es más que la libertad de culto. La libertad de culto estaba garantizada en la Constitución de la antigua Unión Soviética. Podías ir a la iglesia, si podías encontrar una. La Iglesia, sin embargo, no podía hacer nada, excepto conducir ritos religiosos en los lugares de culto —no había escuelas, publicaciones religiosas, instituciones de salud, caridad organizada, ministerio de justicia, ni obras de misericordia, las cuales se desprenden todas de manera natural de una fe viva. Todos ellas fueron absorbidos por el gobierno. Hemos luchado una larga guerra fría para derrotar esa visión de la sociedad.

La más extraña acusación en este debate público manipulado conceptualiza a los obispos irrespetuosos de la separación entre Iglesia y Estado. A los obispos les encantaría tener la separación entre Iglesia y Estado que pensamos que disfrutábamos hace unos pocos meses atrás, cuando éramos libres para operar las instituciones católicas, de conformidad con las exigencias de la fe católica, cuando el gobierno no nos podía decir cuál de nuestros ministerios son católicos y cuáles no, cuando la ley protegía más que aplastaba la conciencia. El Estado se está haciendo a sí mismo en una Iglesia. Los obispos no iniciaron este desalentador conflicto, ni eligieron sus tiempos. Nos encantaría haberlo terminado lo antes posible. Depende del gobierno detener el ataque.

Si usted no ha comprado el Directorio de la Arquidiócesis para el año 2012, yo sugeriría que consiga uno como recuerdo. En la página de L-3, hay una lista completa de los hospitales e instituciones católicas de atención de salud en los condados de Cook y Lake. Cada uno de ellos representa mucho sacrificio por parte de personal médico, administradores y patrocinadores religiosos. Cada nombre significa el amor de Cristo por las personas de todas las clases, razas y religiones. En dos Cuaresmas a partir de ahora, a menos que algo cambie, esa página estará en blanco.

La celebración de la Cuaresma nos recuerda que, al final, todos estamos ante Cristo y damos cuenta de nuestras vidas. Desde esa perspectiva, pido a los laicos católicos y a otras personas de buena voluntad a dar un paso atrás y a entender lo que está sucediendo a nuestro país ahora que la Iglesia es despojada de sus instituciones y que la libertad de conciencia y de religión se convierten en un recuerdo de un pasado más feliz. El sufrimiento que está siendo impuesto a la Iglesia y a la sociedad actual no es una penitencia voluntaria. Debemos trabajar y orar para ser librados de ella.

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