Cardenal Francis George, O.M.I.

Palabras del Obispo Alberto Rojas por su ordenación episcopal

miércoles, noviembre 30, 2011

No puedo agradecer lo suficiente a Dios por todo su amor y por las maravillas que ha hecho por mí. Todo lo que puedo hacer es seguir dando mi vida a Cristo Jesús en el servicio a su misión de salvación en la tierra. Desde que tenía 13 años de edad, lo único que quería hacer con mi vida era ser sacerdote y servir a Cristo y a su Iglesia. Cuando fui instalado como pastor le dijo a Dios: “He llegado, Señor, después de esto, me puedes llevar a casa contigo en cualquier momento”. Nunca pensé que sería llamado para ser obispo. ¡Nunca pensé que Cristo Jesús me llamaría a servir a su Iglesia de esta manera! Pero, obviamente, mis planes no son necesariamente los planes de Dios para mí y es seguro que no sigue mis consejos.

Cuando llamé a mi madre por teléfono para contarle lo que estaba pasando, ella ya lo sabía; me preguntó: “¿Eso significa que vas a tener que trabajar más y tener más responsabilidades?" Le dije “Sí, Mamá, más trabajo, más responsabilidad y más oración de su parte para mí!” Y me dijo: “He estado orando por ti incluso antes de nacer...” Y luego agregó: “Pero, ¿por qué te dieron ese puesto a ti?” Y le contesté, “¡exacto, Mamá! ¿Acaso el sentido de humor de Dios no es grandioso?”

Sin embargo, ¿sabe usted cuál es la mejor parte de todo esto? ... Que no se trata de mí... que todo se trata de Cristo y de su misión... y que ahora, yo soy un obispo para Cristo y para usted. Y como mi madre siempre diría: “Si esto viene de Dios, que se haga como Dios lo quiere”. Y eso es lo que estoy tratando de hacer.

Me gustaría dar las gracias a Dios por el don de la vida que me dio y por el llamado al sacerdocio. Me gustaría dar las gracias a Dios por el don de Cristo en la Eucaristía, por el don de la Santísima Virgen María. Me gustaría dar las gracias a Su Santidad el Papa Benedicto XVI por nombrarme obispo. Me gustaría dar las gracias a Su Eminencia el Cardenal Francis George por la confianza que depositó en mí; me siento afortunado de saber que hace 14 años, Su Eminencia también me ordenó sacerdote en el mismo hermoso lugar, nuestra Catedral del Santo Nombre. Agradezco a todos los sacerdotes que me han alimentado y me ha guiado mientras aprendía lo que era ser un sacerdote y al diverso y ma-ravilloso pueblo de esta Arquidiócesis. Doy las gracias a los fieles católicos, cuya orientación y hambre de Dios me ha enseñado, motivado e inspirado.

Me gustaría agradecer a mis padres y familiares por todo su apoyo y sus oraciones. Sobre todo, doy gracias a mi madre por criarme y por enseñarme acerca de Dios. Doy gracias a mi papá por darme lo que necesitaba y por ayudarme a obtener mi ciudadanía en este país... Que descanses en paz, papá. Muchas gracias a mis amigos y hermanos sacerdotes que vinieron de México y California, y de Chicago también.... Ustedes son una inspiración para mí.

Espero poder seguir trabajando con el Cardenal George, con mis hermanos obispos, con los deáns, con mis colegas sacerdotes y con los religiosos y laicos de la Arquidiócesis.

Tantas cosas son importantes. Será importante para mí proteger a cada niño recién concebido, a cada persona cerca del final de su vida. Cada persona es especial. Quiero honrar, respetar y prestar atención a ustedes, sin importar quienes sean.

Será importante para mí caminar con ustedes en la fe, para fortalecer nuestra fe en medio de muchas dificultades; para llegar a aquellos que están luchando, que se sienten atropellados, cansados y pobres; para asistir a los habitantes de Chicago de toda la vida y a la próxima ge-neración de inmigrantes como yo; para predicar y enseñar como lo hizo Jesús; para celebrar el amor de Dios en los sacramentos; para ser un buen pastor, aunque indigno. Un millón de hispano hablantes ha llegado a Chicago, practicando un vigoroso catolicismo. Abrazo el reto de trabajar para mantener esa fe mediante la cooperación con la gracia de Dios... Confío en la guía del Espíritu Santo.

Voy a extrañar a la gente de la parroquia El Buen Pastor, a quienes llegué a aficionarme tanto como pastor durante un corto año. Seguiremos caminando juntos en el Vicariato... por favor continúen teniéndome presente en sus oraciones como yo los he tenido desde el momento en que les fui asignado.

Me encanta la riqueza de nuestra fe católica que se ha expresado a través de muchos medios, tales como pintura, música, poesía, arquitectura, etc. Que todo lo que hagamos, sea hecho para mayor gloria de Dios, quien es la belleza por excelencia.

Me gustaría agradecer a todos los que estuvieron presentes en la ordenación, a todos aquellos que representaban al pueblo de la Arquidiócesis de Chicago por su apoyo y sus oraciones y por su magnífico y generoso corazón. Muchas, muchas gracias. Sigamos orando unos por otros. Que Dios los bendiga y siempre les dé la paz. Que Dios los bendiga y les dé siempre su paz.

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