Cardenal Blase J. Cupich

El Bautista: nuestro modelo para el Adviento

martes, diciembre 6, 2022

Una de las novedades encontradas en las lecturas introducidas en el leccionario del Concilio Vaticano II es el protagonismo dado a Juan el Bautista en la segunda y tercera semana de Adviento. Juan es presentado como un testigo de la venida de Cristo, lo que implica que él sirve de modelo de cómo debemos prepararnos para la venida de Cristo. Nosotros también debemos ser testigos. Al tratar de comprender lo que eso significa, tres cosas me parecen dignas de mención.

Primero, observen que Juan parece salir de la nada, sin ningún título o privilegio. Él es un don nadie “una voz que clama en el desierto”. Sin embargo, no hay un sentido de que él tenga que probarse a sí mismo. Simplemente es enviado para tomar la antorcha pasada a él por los profetas de la antigüedad.

El Adviento es un momento para pensar en nuestras vidas de una manera similar, para no caer en una de dos trampas peligrosas: pensar que tenemos derecho o que tenemos que probarnos a nosotros mismos. Nosotros somos simplemente los que somos enviados a tomar la antorcha de nuestra fe y pasarla a aquellos que vienen después de nosotros. Cuando lo hacemos, podemos comenzar a dejar de lado cualquier sentido de tener derecho o tener que probarnos a nosotros mismos. Nuestra vida tiene un propósito porque hemos sido enviados a dar testimonio.

Segundo, Juan viene a hacer caminos rectos. Él despeja el camino de cualquier obstáculo y terreno accidentado. La vida es dura para tantos de nuestros hermanos y hermanas, al grado que algunos pierden la esperanza y se desaniman. El Adviento nos llama a buscar formas de aliviar los sufrimientos de otros y hacer un poco más fácil para las personas venir a Dios.

El Adviento también nos proporciona una oportunidad para reflexionar sobre cómo podemos haber creado obstáculos para las personas, ya sea en términos de sus relaciones con los demás o con Dios. Por ejemplo, estoy pensado en la cantidad de estudios sobre las prácticas de fe que revelan el efecto negativo que los creyentes adultos pueden tener en los jóvenes que están escandalizados por las divisiones en la Iglesia y la hipocresía de predicar un mensaje de amor mientras se actúa de maneras que parecen destructivas.

Finalmente, los Evangelios presentan a Juan como alguien que tiene un enfoque singular. Él es enviado para preparar la cosecha y la fructificación que serán los signos de la venida de Cristo: “El árbol que no produce buen fruto será cortado y arrojado al fuego… limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible”.

El Adviento es una nueva temporada para que asumamos la tarea de crecer de nuevas maneras, lo que podría significar involucrarse más en nuestra parroquia, alimentar a los hambrientos al ser voluntarios en una despensa de alimentos, donar a una colecta de ropa, visitar al enfermo o cualquiera de las obras de misericordia corporales. Pero también significa ayudar a otros a crecer, animar a un niño, llamar a una persona que está confinada en casa, decir gracias a aquellos que nos ayudan. El punto es no dejar que nuestra vida de fe se estanque, no convencernos de que hemos terminado de crecer en nuestra fe.

En estos días de Adviento, Juan nos ofrece un ejemplo de cómo prepararnos para la venida de Cristo.

  • Fijar en nuestra mente que hemos sido enviados para pasar la antorcha de la fe,

  • despejar el camino para otros a fin de hacerles más fácil venir a Cristo, nunca convertirnos en un obstáculo para ellos

  • y emprender el camino de la fe con piernas frescas, mostrando siempre preocupación por otros que necesitan ser acompañados e inspirados para hacer lo mismo.

Que ustedes y sus seres queridos tengan un bendecido Adviento.

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