Para leer esta columna en inglés, por favor haga clic aquí Mientras celebrábamos la Semana de las Escuelas Católicas este año, recordé las muchas asociaciones que las han hecho posibles a lo largo de nuestro país. Al crecer en una comunidad inmigrante en el sur de Omaha, mis ocho hermanos y hermanas y yo pudimos obtener una educación de escuela católica debido a los sacrificios hechos por mis padres y abuelos. Dichos sacrificios fueron igualados por muchos otros. Primeramente, estaban las religiosas que nos enseñaban, que dieron no solo tiempo, tesoro y talento sino sus vidas mismas para hacer que nuestra educación fuera posible. El arzobispo, pastor y feligreses también se unieron a este esfuerzo, mientras proporcionaban los recursos necesarios en la forma de apoyo material, financiero y de personal. Todo eso puede ser dicho de nuestras escuelas católicas en la Arquidiócesis de Chicago. Desde 1846, cuando las Hermanas de la Misericordia vinieron a “un pueblo hundiéndose en lodo”, que es como alguna vez fue descrito Chicago, y abrieron las primeras escuelas gratuitas en la ciudad, la Iglesia Católica ha hecho un compromiso con las madres y padres de Chicago. Hemos prometido ayudarlos a criar a sus hijos en la fe y el conocimiento, una promesa que aun en nuestros propios días beneficia a muchos que no son católicos. Durante 175 años, el pueblo de esta iglesia local, generaciones sucesivas de religiosos, pastores, obispos y donantes han contribuido con recursos humanos, materiales y financieros, que de hecho involucran miles de millones de dólares, a mantener esa promesa. Esta inversión ha producido una gran cosecha. En el transcurso de nuestra vida, se han presentado nuevos socios. Hace más de tres décadas, mi predecesor de feliz memoria, el cardenal Joseph Bernardin, se comunicó con líderes empresariales y creó Big Shoulders Fund. Él tenía la confianza de que podía aprovechar las grandes contribuciones de religiosos, pastores, feligreses y la arquidiócesis entera para invitar a las entidades comerciales de la ciudad a ofrecer apoyo a nuestras escuelas, particularmente aquellas que sirven a las familias de bajos recursos. Él estaba en lo correcto. Big Shoulders Fund se ha asociado con la Arquidiócesis de Chicago al contribuir cientos de millones de dólares a nuestras escuelas durante los últimos 34 años, dando un muy necesitado estímulo al apoyo anual ofrecido por la arquidiócesis y nuestras parroquias. La semana pasada anunciamos una nueva etapa en nuestra asociación, que de hecho es una asociación con las familias. El fondo y la arquidiócesis conjuntamente contribuirán más de $90 millones a lo largo de próxima década para asistir a las escuelas católicas principalmente en la parte sur y oeste de la ciudad. Big Shoulders asumirá una mayor responsabilidad de liderazgo en las 30 escuelas incluidas en el acuerdo. Apreciamos esta asociación de décadas y esperamos trabajar de manera conjunta. Estoy profundamente agradecido por la generosidad de los donantes de Big Shoulders que harán posible esta nueva etapa de nuestra asociación. Igualmente, aprecio el compromiso continuo de los donantes en nuestras parroquias, cuyas donaciones nos permitirán cumplir tanto con las obligaciones de este acuerdo como con nuestro compromiso de ayudar a otras escuelas fuera de estas treinta. Otra asociación reciente con nuestras familias de escuelas católicas ha llegado por la vía del programa de Becas de Crédito Tributario. El Estado de Illinois permite un crédito tributario de 75% a aquellos que donan a una organización que otorga becas, como Empower Illinois, que a su vez provee asistencia con la colegiatura permitiendo que familias de bajos recursos envíen a sus hijos a la escuela de su elección. Hasta ahora, las familias de Illinois han recibido cerca de $100 millones en ayuda a través de este programa esencial. Esta es una gran asociación con las familias que necesita crecer. Finalmente, quiero aprovechar esta ocasión para agradecer al congresista Daniel Lipinski por introducir una resolución en la Cámara de Representantes de Estados Unidos el 14 de enero en apoyo a las contribuciones de las escuelas católicas. Apreciamos este y todos los reconocimientos similares de nuestros oficiales electos, que es otra forma de asociación que beneficia a las familias cuyos niños están inscritos en las escuelas católicas. Yo agradezco al congresista Lipinski por su liderazgo en esta y muchas otras áreas que sirven al bien común. Se ha dicho que podemos hacer mucho si no nos importa quién obtiene el crédito. Las asociaciones requieren ese tipo de actitud. La esperanza de nuestros muchos socios de las escuelas católicas es que todos los niños tengan la oportunidad de un futuro brillante. Esa meta común debería ser la única motivación que necesitamos a fin de trabajar juntos para hacer cosas grandiosas por el bien de los demás.