Cardenal Blase J. Cupich

Sínodo para la Amazonía: hacia una ecología integral

lunes, octubre 14, 2019

Este mes, los obispos de la región Amazónica se están reuniendo en Roma con representantes de la iglesia de todo el mundo para un sínodo especial convocado por el papa Francisco. Del 6 al 27 de octubre, los participantes se enfocarán en dos áreas, como se indica en el tema seleccionado para el sínodo: “Amazonía: nuevos caminos para la iglesia y para una ecología integral”.

Primero, se dará atención a identificar caminos nuevos de evangelización, especialmente para los pueblos nativos, que con frecuencia han sido olvidados, marginados y perseguidos. Pero una segunda área de discusión relacionada e igualmente importante se enfocará en promover una “ecología integral” para la región Amazónica, dadas las amenazas al medio ambiente con la destrucción de la selva tropical, con frecuencia llamada los “pulmones de la tierra”.

Como observa el papa Francisco en su encíclica “Laudato Si’” (LS), estas dos áreas de evangelización y ecología están enlazadas por un entendimiento común de que toda la naturaleza es un regalo, y que los seres humanos son los administradores de la creación, en vez de los amos que dominan para su propio beneficio. De una manera similar, para que la iglesia sea fiel a su misión de evangelización, debe comenzar con un espíritu de agradecimiento y humildad, y acercarse al mundo como un sirviente, llamado a revelar un creador amoroso que nos ha hecho los guardianes de la creación que él ha ordenado y cuidado profundamente desde el comienzo mismo.

Nuestra administración de la creación y nuestro testimonio de Dios como el creador comienzan con un entendimiento claro de la relación que existe “entre la naturaleza y la sociedad que la habita”, o como lo dice el papa Francisco, la necesidad de una “ecología integral”. Como explica el papa:

“Esto nos impide entender la naturaleza como algo separado de nosotros o como un mero marco de nuestra vida. Estamos incluidos en ella, somos parte de ella y estamos en continua interacción. Las razones por las cuales un lugar se contamina exigen un análisis del funcionamiento de la sociedad, de su economía, de su comportamiento, de sus maneras de entender la realidad. Dada la magnitud de los cambios, ya no es posible encontrar una respuesta específica e independiente para cada parte del problema. Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren las interacciones de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socioambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza”. (LS 139).

Acercarnos a la creación con un sentido de gratitud involucrará una conversión, alejarse del camino que trata a la creación como algo que debe ser poseído y saqueado con tecnología nueva, sujeta al poder humano para la ganancia personal. Un nuevo camino se abre para nosotros cuando abrazamos completamente al mundo como el don amoroso de Dios y llegamos a apreciar “no estar desconectados de las demás criaturas, de formar con los demás seres del universo una preciosa comunión universal… que cada criatura refleja algo de Dios y tiene un mensaje que enseñarnos”, y que el Cristo Resucitado “habita en lo íntimo de cada ser, rodeándolo con su cariño y penetrándolo con su luz”. (LS 220-221).

Como lo señaló el cardenal Claudio Hummes en una conferencia de prensa presentando el tema doble del sínodo de evangelización y ecología, estos están en el núcleo del compromiso pro-vida de la iglesia: “Es un asunto de cuidar y defender la vida, tanto para todos los seres humanos, especialmente los indígenas que viven allí, y para la biodiversidad. Jesús dijo ‘yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia’” (Juan 10:10).

El 4 de octubre, la fiesta de San Francisco, el papa presidió una ceremonia en los Jardines Vaticanos que presentó la siembra de un árbol de Asís. Usando esta ocasión para consagrar el Sínodo para la Amazonía al santo conocido como Il Poverello (el pobrecillo), la siembra del árbol sirve como símbolo de la ecología integral, recordándonos que todo está conectado —personas, lugares y tiempos, porque fue hace 40 años que Papa San Juan Pablo II nombró a San Francisco de Asís el patrono de los ecologistas. Acompañemos al papa Francisco y a todos los participantes del sínodo a invocar la intercesión del Il Poverello, pidiendo los dones de la humildad y la gratitud a medida que comienzan sus deliberaciones y mientras asumimos con una energía y vigor frescos nuestra administración de la gloriosa creación de Dios.

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