Área de Chicago

Feligreses de La Villita escenificarán el Viacrucis como un testimonio de fe

Por Andrés Lepe
viernes, marzo 22, 2024

Ensayan Viacrucis en La Villita

Aquí en Chicago, el Viacrucis en La Villita tiene sus orígenes en el año 1994, cuando surgió como una iniciativa de la parroquia de Santa Inés de Bohemia en colaboración con otras tres parroquias vecinas de entonces: las parroquias Tepeyac, San Román y Asunción. Con el tiempo, esta manifestación se ha convertido en un testimonio de fe anual que hoy en día reúne a las parroquias de Cristo Rey, Santa Inés de Bohemia y Nuestra Señora de las Américas. Cada año, estas comunidades se reúnen para revivir los últimos momentos de la vida terrenal de Jesucristo a través de una representación emotiva y poderosa. Fotos: Karen Callaway/Católico
Jesús, interpretado por José Alberto Martínez, practica una de las caídas durante el ensayo el 11 de marzo. Fotos: Karen Callaway/Católico
Poncio Pilatos, interpretado por Gabino Martínez, confronta a la muchedumbre mientras Jesús, interpretado por Jose Alberto Martínez, practica durante su juicio en el ensayo, el 11 de marzo.
Miembros de las parroquias Cristo Rey, Sta. Inés de Bohemia y Ntra. Sra. de las Américas durante el ensayo del Viacrucis en La Villita el 11 de marzo.
Miembros de parroquias de La Villita durante el ensayo del Viacrucis que escenificaron en su barrio en Viernes Santo.
Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén, en un momento del ensayo el 11 de marzo.
José Alberto Martínez, en el papel de Jesús, practica el momento de la crucifixión.
Dimas, interpretado por Rigoberto Calderón, y Gestas, interpretado por Adán Patiño, acompañan a Jesús, interpretado por José Alberto Martínez en un momento del ensayo.

Dentro de la Iglesia católica, el Viacrucis es una venerada tradición que conmemora el camino de sufrimiento y redención de Jesucristo, desde su condena hasta su crucifixión. Esta devoción, arraigada en la espiritualidad cristiana, ha sido una práctica común en muchas comunidades católicas durante siglos. Aquí en Chicago, el Viacrucis en La Villita tiene sus orígenes en el año 1994, cuando surgió como una iniciativa de la parroquia de Santa Inés de Bohemia en colaboración con otras tres parroquias vecinas de entonces: las parroquias Tepeyac, San Román y Asunción.

Con el tiempo, esta manifestación se ha convertido en un testimonio de fe anual que hoy en día reúne a las parroquias de Cristo Rey, Santa Inés de Bohemia y Nuestra Señora de las Américas. Cada año, estas comunidades se reúnen para revivir los últimos momentos de la vida terrenal de Jesucristo a través de una representación emotiva y poderosa.

El proceso de organización del Viacrucis comienza con una invitación abierta a todas las comunidades parroquiales para participar en esta experiencia espiritual. Los participantes y actores son cuidadosamente seleccionados de entre la comunidad con base en su compromiso y entrega a la fe católica. Estos participantes, que pueden llegar a ser de 70 a 80 personas, desempeñan roles cruciales que van desde actores hasta sacerdotes y narradores.

Entre los participantes se encuentran figuras destacadas como el diácono Carlos Bautista, quien dirige el Viacrucis por primera vez este año, el 29 de marzo. Como diácono y padre de familia, Bautista nos dice: “No es lo mismo vivirlo desde afuera que vivirlo desde adentro. Cuando vivimos este Viacrucis dentro de nuestra vida, dentro de nuestro corazón, es cuando nosotros experimentamos un cambio, una mejor vida como comunidad”. Esta perspectiva refleja la profunda conexión espiritual que muchos experimentan al participar en esta representación religiosa.

El diácono Carlos Bautista nos explica que el Viacrucis comienza en la parroquia de Cristo Rey, ahora conocida formalmente como Epifanía. “Desde allí, recorremos toda la avenida Kolin hasta la calle 26, pasando por Pulaski Rd, Lawndale Ave, Central Park Rd, hasta llegar a Sacramento Ave”. Este recorrido abarca una significativa parte de La Villita, marcando un camino simbólico que refleja el sufrimiento y la redención de Jesucristo.

Figuras como Miguel Sánchez, con 24 años de participación, y José Martínez, quien asume el papel de Jesús por segundo año consecutivo, ofrecen sus testimonios sobre la importancia personal y espiritual del Viacrucis. Para Sánchez, el crecimiento espiritual experimentado a lo largo de los años es evidente: “El Viacrucis ha crecido espiritualmente en los últimos años. Cada año aumentamos y crecemos en nuestra fe. Lo hacemos por los jóvenes, para que puedan seguir participando y viviendo el Viacrucis anualmente”. Por su parte, Martínez expresa que su participación no es simplemente un papel, sino una expresión de su crecimiento en la fe y un sacrificio en honor a su familia y comunidad.

Uno de los papeles más significativos en el Viacrucis es el de la Virgen María, interpretado por Dolores Castañeda, quien ha desempeñado este papel durante muchos años. Para Castañeda, su participación va más allá de un simple acto religioso. Reflexiona sobre el significado más profundo de su papel: “Sé que no soy digna de interpretar este papel durante el viacrucis, pero lo hago en honor a todas las madres que han perdido hijos o hijas debido a la violencia, porque este es el mismo dolor que experimentó nuestra bendita madre durante la Pasión de Nuestro Señor. Aquí en nuestra comunidad, hay muchas madres que han perdido a sus hijos debido a la violencia.”

En conclusión, el Viacrucis de La Villita no solo es una manifestación religiosa, sino un testimonio vivo de fe, solidaridad y compromiso comunitario. A través de su participación y devoción, los miembros de la comunidad renuevan su conexión espiritual y su compromiso con los valores cristianos, recordando los sufrimientos de Cristo y fortaleciendo su esperanza en un futuro mejor. Cada año, esta representación conmueve los corazones de quienes participan y presencian, reafirmando la importancia de la fe en la vida cotidiana y la capacidad de la comunidad para unirse en momentos de reflexión y celebración espiritual. El Viacrucis de La Villita no solo es una tradición religiosa, sino también un faro de esperanza y solidaridad en la ciudad de Chicago y más allá.

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