María y José, interpretados por Alfredo Palafox y María Aranda lideran la peregrinación por el centro de Chicago. Foto: Denise Duriga/Católico.
Aproximadamente 200 personas se reunieron en la oscuridad de la madrugada del 14 de diciembre en el edificio del Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos, 101 W. Congress Parkway, para orar una vez más por una reforma migratoria integral y compasiva. Luego, liderados por actores representando a María y José buscando posada en Belén, caminaron a través del centro en la 13 Posada anual en busca de una reforma migratoria. “Comenzamos esto en 2005”, dijo Elena Segura, directora asociada de la Oficina de Dignidad Humana y Solidaridad y coordinadora senior para inmigración. Ese año, el congreso parecía listo para actuar sobre la reforma migratoria y la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos lanzó su campaña Justicia para los Inmigrantes. A pesar de que los repetidos esfuerzos por aprobar una reforma migratoria han fallado, la campaña continúa. “Y continuaremos”, dijo Segura. “Año tras año. ¿Quiénes son los José y María modernos? Son nuestros hermanos y hermanas inmigrantes tocando a la puerta de este país para tener albergue”. La peregrinación de este año se dio después de la política de cero tolerancia de la administración Trump para los inmigrantes que cruzan la frontera sin documentos, que llevó a la separación de más de 2,000 niños migrantes de sus padres y a la decisión de la administración de enviar tropas a la frontera para apoyar a la patrulla fronteriza a repeler una caravana en busca de asilo, mayoritariamente centroamericanos. La posada, una tradición religiosa mexicana que recrea la búsqueda de refugio de María y José, comenzó con un rosario en inglés, español, polaco, vietnamita y francés afuera de la puerta del edificio de inmigración. Las oraciones al inicio fueron específicamente para los deportados y detenidos y sus familias que dejaron atrás en los Estados Unidos. Un abogado de inmigración le dijo a la multitud que aproximadamente mil personas son deportadas cada día, y otras 40,000 están detenidas. Las personas llegaron a la posada, algunas quejándose por lo temprano, pero diciendo que valió la pena. Entre ellos estuvo Alfredo Palafox, quien representó a José. Palafox, que trabaja en el Ministerio de Jóvenes Adultos Jeremiah en la parroquia St. Gall, estuvo despierto hasta la medianoche terminando su último trabajo para sus estudios de pregrado en mercadeo, dijo. “Siento como que esto es un recordatorio para nosotros de mantener nuestros corazones abiertos, especialmente en estos momentos cuando las personas no actúan dando la bienvenida”, señaló Palafox. “Dios es amor, y eso es algo que nunca ha sido derrotado”. María fue representada por María Aranda, una ministra de jóvenes en St. Gall que trabaja con la Oficina de Involucramiento de Jóvenes Adultos de la Arquidiócesis de Chicago. “Siento como que esta posada crea esperanza y trae esperanza a las personas, entre aquellos en las comunidades que son afectadas, y compresión a las personas en comunidades que no son afectadas”, dijo Aranda. “Es una luz que está brillando en la oscuridad”. Después del rosario y una lectura de la historia de la Natividad en el Evangelio de Lucas por el obispo John Manz, los peregrinos caminaron al Centro Correccional Metropolitano, 71 W. Van Buren St., una prisión federal en el corazón de Chicago. El hermano franciscano Jay Woods habló acerca de lo que él ha aprendido al ofrecer ministerio a los reclusos en la cárcel del Condado de Cook. Los peregrinos luego se hicieron camino al campus de la Universidad DePaul en el Loop, en 1 E. Jackson Blvd., donde rezaron por los Dreamers. Aproximadamente 700,000 de ellos tienen el estatus de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, creada por orden ejecutiva bajo el presidente Barack Obama, que le permite trabajar e ir a la escuela, aunque no pueden recibir ayuda financiera. La administración Trump trató de acabar con el programa DACA en 2017, pero las cortes han determinado que debe permanecer en su lugar para las personas que ya tenían estatus DACA por ahora. La participante Joan Stopka fue una maestra de español de secundaria durante 35 años, y ahora es voluntaria del Taller de José, un ministerio de acompañamiento para personas que necesitan ayuda navegando situaciones que incluye desde citas médicas hasta lidiar con burocracias gubernamentales. “Trabajamos principalmente con latinos, y quería venir a mostrar solidaridad”, dijo Stopka, feligrés de St. Francis Xavier en La Grange. “Ellos están sufriendo, y solo quieren ser aceptados”. Lograr que los que no son latinos participen no es fácil, dijo. En la Plaza Federal, en las calles Dearborn y Adams, los peregrinos se detuvieron para orar por los líderes del congreso, y para que todos los estadounidenses traten a los inmigrantes con el respeto y la dignidad que se debe a todas las personas. Desde allí, se hizo una caminata corta a St. Peter’s en el Loop, 110 W. Madison St, donde María y José fueron finalmente recibidos y aceptados. José Márquez, que caminó toda la ruta de la posada, comienza la mayoría de sus días asistiendo a misa en la mañana en St. Peter’s, y el día de la posada no fue la excepción. Él fue a misa a las 6 a.m. antes de unirse a la peregrinación una hora más tarde. “Yo mismo soy un inmigrante”, señaló. “Yo simpatizo con ellos” El padre franciscano James Hoffman saludó a todos en la puerta y los invitó adentro para una fiesta con café y chocolate caliente, tamales y pan dulce. “Justicia y hospitalidad para los inmigrantes no es difícil”, mencionó. “Solo requiere una mente abierta y un corazón receptivo”.