Área de Chicago

Peace Corner ofrece refugio seguro para jóvenes en riesgo - Chicago Católico

Por Michelle Martin
domingo, julio 31, 2016

El barrio de Austin, en Chicago sigue siendo una de las zonas con más alto nivel de crímenes de la ciudad. Sin embargo, desde hace más de 10 años, Peace Corner, un centro juvenil informal con actividades después de clases, ha ofrecido un espacio a los jóvenes donde no importa la pertenencia a alguna pandilla y donde no están expuestos a la cultura de la droga que impera en sus calles.

“A algunos niños les va mejor que a otros, pero simplemente estar solo en la zona es riesgoso”, afirma Anthony Mabry, miembro del personal de Peace Corner de Caridades Católicas quien creció en la comunidad. Mabry empezó a asistir a Peace Corner cuando tenía 13 años. Más tarde se convirtió en un voluntario y luego pasó a ser uno de los trabajadores del centro. “Me mantuvo fuera de un montón de problemas. Estoy agradecido de que este lugar estuviera ahí”, dijo Mabry, de 26 años, que acaba de graduarse de la Universidad de De Paul. Él es el primero en su familia en asistir a la universidad y probablemente no habría ido sin el apoyo del personal de Peace Corner.

En 2002 el padre comboniano Maurizio Binaghi comenzó Peace Corner como un centro de encuentros informales y un programa de actividades después de clases. Rápidamente se convirtió en un centro donde los jóvenes podían ir no sólo a jugar billar y ping pong, sino también a encontrar tutoría, orientación, clases de GED y servicios de colocación laboral.

Binaghi dirigió Peace Corner durante ocho años antes de irse en 2009 para hacer trabajo misionero en Uganda. Recientemente Caridades Católicas asumió el funcionamiento del centro.

Ubicada en 5022 W. Madison St., Peace Corner ofrece programas durante todo el año a jóvenes de 10 a 18 años. Hay un laboratorio de computación donde los estudiantes pueden trabajar en sus tareas o utilizar el software de enriquecimiento educativo.

La cancha de básquet es la zanahoria que el centro ofrece a los niños para que atraviesen la puerta de entrada, dijo el director ejecutivo Seth El-Jamal. Los jóvenes respetan el privilegio de jugar en la cancha y todos ellos ayudan a mantenerla limpia al final de cada día.

El-Jamal se crio en un barrio peligroso en el sur del estado. Cuando los proyectos de vivienda pública de Chicago como Cabrini Green cerraron, muchas de las pandillas se trasladaron al sur del estado o a los suburbios de Chicago. Debido a la peligrosa realidad de vivir en Austin, comenzaron en el centro los círculos de paz a principios de este año.

Los círculos de paz son una forma de justicia restaurativa en los que víctimas y victimarios se reúnen en un círculo en compañía de mediadores con el fin de resolver sus conflictos sin violencia y de manera constructiva.

“Trabajamos con niños que enfrentan situaciones de estrés post-traumático. El caso más difícil con el que he trabajado fue el de un joven que, en un fin de semana, fue a su casa, se puso a jugar con su primo de 2 años de edad, encontró el arma de su tío, la disparó y mató a su primo”, contó El –Jamal. “Este chico tiene que volver... cuando atraviese la puerta este es el único lugar en el que va a ser tratado igual que antes de que eso sucediera. Este es su lugar seguro”.

Lo que los jóvenes aprenden en los círculos de paz se queda con ellos cuando salen de Peace Corner, afirmó Mabry.

“Es realmente necesario, porque afuera es la vida o la muerte”.

Durante los últimos ocho meses, contó El-Jamal, seis niños de la comunidad han sufrido disparos dentro de un radio de tres millas de Peace Corner. En marzo la asistencia disminuyó debido a que la violencia en la comunidad subió repentinamente y los padres no querían que sus hijos anduvieran fuera en la tarde.

Aun cuando los niños y jóvenes están a salvo en el interior de Peace Corner, llegar y salir del centro puede ser peligroso.

Incluso los miembros de las pandillas están a salvo en su interior. Desde su comienzo, Peace Corner ha mantenido una estricta regla que dice que lo que sucede en las calles se deja afuera cuando los jóvenes entran al centro. Las pandillas respetan eso, afirmó Mabry, y es posible que varios miembros de diferentes pandillas estén en el centro, al mismo tiempo, sin problema.

“Es realmente un refugio seguro para la comunidad. Nada nos preocupa cuando estamos aquí”, dijo Mabry. “Incluso es más que eso, es un lugar donde puedes obtener una educación”.

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