Área de Chicago

El estado tiene en sus manos el destino de miles de adultos mayors - Chicago Católico

Por Joyce Duriga
jueves, junio 30, 2016

En una reciente tarde de miércoles, Willie Beasley de 90 años, no deseaba subir al autobús que la llevaría a casa desde el Accolade Adult Day Care Services, ubicado en Oak Park. La nonagenaria, quien sufre demencia, estaba disfrutando tanto que no se quería ir a casa, de acuerdo a su hija y cuidadora, Ann Rainey, que cumplirá 71 años en junio. “Ella está disfrutando de su vida. Vamos a ponerlo de esa manera. Para ella ir allá es un disfrute”, dijo Rainey.

Administrado por Caridades Católicas de la Arquidiócesis de Chicago, Accolade es parte del Programa de Asistencia a la Comunidad financiado en todo el estado por contratos estatales y federales. Desde el desacuerdo que congeló el presupuesto del estado de Illinois a principios del año pasado, la parte del programa financiada por el estado, y que incluye los centros de atención diurna para adultos, la parte de gestión de casos y el programa de ayudantes para la salud en el hogar, ha estado en gran medida sin recibir financiación. Cuando los fondos del estado llegan, sólo cubren alrededor del 40 por ciento de lo que ya se adeuda.

Caridades Católicas atiende con este programa a más de 25,000 personas mayores en los condados de Cook y Lake y se dice que el 80 por ciento de esas personas están en riesgo de ingresar en un asilo de ancianos dentro de seis meses si se recortan estos servicios. Rainey estuvo de acuerdo e indicó que sin Accolade, ella tendría que poner a su madre en un asilo de ancianos. “Simplemente no podría hacerlo sin ello. Es muy importante para nosotros contar con algo como Accolade, o algo parecido”, explicó. “La mantienen animada todo el día. Ella entra y trata de hablarme sobre lo que hizo, aunque la mayor parte de lo que dice no se le entiende”.

Desde que Beasley comenzó a ir al centro que dirige Caridades Católicas, un año atrás, ella ha cambiado como persona. “Ella es diferente en casi un 100 por ciento puesto que aquí, nos la pasábamos sentadas”, comentó su hija. “Yo le ponía el televisor. Entonces ella vino y me dijo, ‘no quiero sentarme aquí y morir de esta manera’”.

Si estos servicios se cortaran, la carga recaería en el contribuyente, comentó monseñor Michael Boland, presidente y director ejecutivo de Caridades Católicas para la Arquidiócesis de Chicago.

“El Programa de Asistencia a la Comunidad le cuesta al estado menos de $10,000 anuales por persona, contra los $30,000 o más que cuesta en un asilo de ancianos. El ahorro en los gastos es evidente”, dijo. “Pero lo más importante, se trata de la calidad y la dignidad de la vida humana. Todos tienen derecho a envejecer en su hogar si son capaces de hacerlo y este programa proporciona el apoyo necesario”.

Además de actividades como el yoga y la artesanía, los centros de atención diurnos ofrecen comidas a los beneficiarios, ayuda con sus necesidades para ir al baño y servicios de cuidados de enfermería con licencia para administrar medicamentos.

A menudo los beneficiarios son atendidos por miembros de la familia que tienen que trabajar. Los centros de atención diurna ofrecen un lugar seguro para ellos durante el día. “Muchos de ellos estarían solos en casa todo el día si no fuera por el centro. Simplemente estarían sentados delante de la televisión”, dijo Bibat. Los centros también ofrecen una mejor calidad de vida. “Ella está disfrutando de su vida”, dijo Rainey de su madre. “No sé qué haríamos sin eso”.

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